Archivos para junio, 2018

Carlos Serres

Publicado: 25 junio, 2018 en Novedades, Vino
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carlos-serres-2016.jpgHace mucho tiempo, cuando participaba de manera activa en el foro de Verema, había un productor de mucho prestigio en la comunidad: Carlos Serres, inclusive intervenía en el foro y sus vinos se comentaban a menudo. Ayer pasaba por los estantes de una de las tiendas que frecuento y me encontré con una botellita de tempranillo de este mismo productor, como no lo había probado, no lo pensé dos veces y estiré la mano para meterla al carrito. En la etiqueta aparece: Old Vines, así que siguiéndolo al pie de la letra se trata de viñas de por lo menos 25 añitos.

Ya en casa preparando una paella no dejaba de preguntarme el resultado del maridaje, y mira que a mí eso del maridaje no es cosa que me quite el sueño. Una vez descorchado y puesto en la copa me di cuenta de su frutalidad, una nariz muy expresiva y un color de vino joven; frambuesa con ribete oscuro. Aromas intensos a hollejos, ciruela y arándanos. En boca tiene una acidez exquisita y un tanino mullido que le da al conjunto un buen armazón. Vino de trago largo que invita a seguir copeando toda la tarde, creo que compraré media caja y que también con una buena parrillada  sirve para bajar la grasa. No quería dejar pasar este comentario porque creo que es un vino sin el defecto de tantos otros de maderas y alcoholes altos.

cata 218

Cadáveres de la 217

Hay catas especiales por la naturaleza de sus vinos, y hay catas con invitados especiales, dicho sea no por un simple cumplido, sino porque la plática pos-cata que se desarrolló el viernes pasado además de amena ilustra las dificultades por las que pasan los productores. Fue el caso de nuestra última reunión. Alfonso invitó a la mesa a Eduardo, productor de vino con viñedo propio en Parras Coahuila: Vinícola Las Pudencianas. Vino mezcla de cabernet sauvignon con tempranillo que más tarde comentaré.

Empezamos con un blanquito de vermentino que la podemos encontrar con varios nombres a lo largo de Italia. Belgvardo Bermentino 2014 se trata de un blanco amarillo verdoso, fluido y brillante, en boca de excelente acidez que me recuerda la piña un poco verde, hierba recién cortada. Vino jovial de acidez sobresaliente y para mi gusto abocado y frutal en boca. Bueno para estos calores de finales de primavera. Para tener un par de botellas acostadas.

El segundo Côtes de Provence Marius Peyol 2016 un rosado con tonos anaranjados cuya nariz me recordó a algún cooler que venden por sixpack, y que sin dejar de ser agradables no parece que bebamos un algo que valga la pena. Será que es muy malo o los rosados de esta región no los entiendo o ambas cosas. Inmemorable con causa.

El tercero fue el primer tinto, Crocus 2012 de Paul Bertrand, este vino viene directo de Cahors y es un malbec. Huele a fruta negra, madera nueva, acidez escasa, de tanino rugoso. Nada que me mueva a comprar otra botella.

El cuarto gustó a todo mundo, se trata de un Barbera D´Alba Sovrana 2012.  Huele al principio a granos de café y notas de vainilla, después da paso a la fruta; ciruela en sazón, pero lo mejor no es la nariz. En boca es redondo, acidez y tanino en equilibrio y de final muy largo. Un buen vino como para tener media caja y probar como va evolucionando en un par de años.

El quinto es otro Barbera D´Alba Castina Bruciata 2015, menos agraciado que el anterior, pero que a mí me ha gustado. Zarzamora, pimienta negra, hollejos y fruta roja. En boca se nota aún la juventud con unos taninos vivos, y una acidez que los atenúa un poco, final largo. Falta botella, para comprar media caja.

El sexto «rojo sangre, capa alta, dátil, buen cuerpo, tanino y acidez media, haría maridaje con cortes de carne roja» copiado textualmente de alguno de mis compañeros, ya que en este sexto andaba perdido con los anteriores y un poco distraído, la nariz no me daba para mucho más.

Eduardo Narro 2016Por último descorchamos un vino que generosamente trajo Eduardo de su bodega. Se trata de un cabernet sauvignon tempranillo. Eduardo Narro Reserva Especial 2016. Es difícil dejar los prejuicios cuando tienes en la mesa al productor, pero de todas formas no existe la objetividad. A mí me pareció un vino bastante equilibrado, no destaca el alcohol, ni el tanino, ni la acidez todo está en su lugar. Frutal y con un buen paso de boca, sinceramente es un vino agradable que puede repetirse y hasta tener unas botellitas guardadas. Por cierto que últimamente he visto con más frecuencia está combinación de uvas.

Con respecto a la amena charla pos-cata daría para escribir un par de entradas, pero me limitaré a decir que se programó una visita a Parras Coahuila en breve, eso sí, antes de la vendimia para poder disfrutar del paisaje y de cada rincón de la bodega sin la molesta muchedumbre propia en tiempo de vendimia.

Me llamó la atención que mencionara un nuevo enemigo de la vid alrededor del mundo, así como ocurrió a finales del siglo XIX en Europa. Aunque podría extenderse por cualquier viñedo, los daños en Parras Coahuila no han sido graves, se trata de la enfermedad de Pierce, causada por la bacteria Xylella fastidiosa, una bacteria  que puede sobrevivir y se multiplica en los conductos que transportan el agua en la planta (xilema). Sólo ciertas cepas  de la bacteria son capaces de infectar plantas de vid. Sin duda un problema que preocupa a los productores y que de algún modo tendrán que resolver. Hasta aquí con la reseña de la última cata.

FERIACORTADORJAMONHay una buena cantidad de fiestas alrededor del mundo, pero sobre todo en Occidente, donde el vino, el pan (trigo) y el queso son los protagonistas. Por lo regular marca un ciclo anual ya que en muchos casos corresponde con la vendimia.

El fin de semana pasado viajé al estado de Querétaro, concretamente visité la Feria Nacional del Queso y el Vino que se realiza en Tequisquiapan, pueblo catalogado como mágico. Mucha gente lo visita cada fin de semana, los días de asueto y cuando pueden escapar del caos y la locura de la Ciudad de México para sumergirse  en uno de tantos lugares turísticos alrededor de la gran urbe. Tenía mucho tiempo de no visitarla y como es costumbre atrae a mucha gente, en muchos casos no muy entendida ni del queso ni del vino, sino que ven la oportunidad de emborracharse probando de aquí y de allá las muestras servidas en vasitos, mejor dicho, dedales de plástico. Recipientes que distan mucho de ser los ideales para catar un vino, además de que contaminan el ambiente. Dicho sea al entrar en uno de los primeros puestos vendían copas de cristal, por desgracia no se me ocurrió comprar una. Instrumento indispensable en la tarea de degustar los diferentes vinos que ofrecían en cada estante.

En realidad nada que destacar, algunos vendedores del otro lado del mostrador no cumplían con los mínimos requisitos para esta tarea. Estaban mal informados y con prisa. Después de un recorrido de menos de 45 minutos y con dos botellas de vino en la bolsa; un blanco y un tinto, decidí que era hora de retirarme para pasar a Viñedos La Redonda. Puedo destacar de la feria la gran cantidad de nuevas bodegas, un fenómeno que me impresiona cada vez que asisto a estos lugares.

Nótese la diferencia entre el grosor de uno y otro tallo...

Nótese la diferencia de grosor entre uno y otro tallo…

La Redonda, bodega que en poco tiempo se ha convertido en una de las favoritas de los mexicanos, pujante y esmerada. In situ podemos ver cierta rusticidad además de los remolinos de polvo que venían de los viñedos al comedor con olor a estiércol, algo que no acabo de entender pero que tampoco pregunté. La vid es una planta que le gusta la mala vida, terrenos pedregosos que en el caso de otros cultivos no sobreviven ni una semana. Gracias a sus raíces que van directo al fondo, es que obtienen la ORLANDIhumedad necesaria. Luego entonces para que fertilizarlos. En el caso que ese desagradable olor sea lo que me imagino, o será que tienen vacas lecheras… Me gustaría que alguien me lo explicara. Probamos con la comida el Orlandi cabernet tempranillo, bastante resultón, frutal y con un leve amargor del tanino aún muy presente. Además abrimos un espumoso rosado refrescante y vivaracho para que las mujeres disfrutaran una copa y refrescarse un poco la garganta en medio de un calor sahariano y un sol inclemente.

Ya en la noche de regreso a la ciudad de Querétaro, cenamos por segunda vez en Il Duomo, un restaurante italiano cuya decoración nos recuerda algún castillo perdido en la Toscana, guardadas las proporciones. Aunque para mi gusto bastante oscuro en la noche; tendrían que reconsiderar la iluminación. Lo mejor sin duda alguna es el esmerado servicio y  su cocina. La primera noche pedí merluza en una sutil salsa que me recuerda a la sidra y los espárragos, algo espesa, y digo que me recuerda porque no tenía ninguno de estos dos condimentos.

¡Vinazo...!

¡Vinazo…!

Uno de los mejores platillos de pescado que he probado, además con su cuchillo especial, que raras ocasiones suelen agregar a los cubiertos, tan bueno que repetí al día siguiente. El mejor vino del viaje también lo bebí en este lugar, un soberbio  Valpolicella Brigaldara 2016, y quiero destacar la hechura de este tinto, color rubí de capa baja, fluido y brillante. Aromas a trufa, fruta negra de la mejor calidad y notas mentoladas. En boca es limpio, sutil, profundo enamora a cada trago, como para comprar una cajita. Cada vez que pruebo vinos de este calibre me devuelven el ánimo para seguir buscando nuevos vinos en medio de un mar de mediocridades.

Así termino está reseña de un fin de semana largo e intenso. Abur.