Archivos para marzo, 2023

En realidad esta cata estaba programada para enero, sigue siendo la primera del año, pero organizada en febrero. Estoy sorprendido de la enorme cantidad de vinos mexicanos que hay en los anaqueles, parecería que cada semana aparecen nuevas etiquetas. Así que me decidí nuevamente por algunos vinos nacionales. En esta ocasión del estado de Guanajuato y de una sola bodega: Vega-Manchón. En alguna cata anterior ya habíamos probado algunos.

Empezamos con un blanquito Torre de Tierra 2021, vinificado con semillon, de la bodega Vega-Manchón en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Color amarillo pálido, fluido y brillante. Aroma intenso a durazno y níspero, al girar la copa aparecen notas de heno mojado. En boca es de acidez comedida pero sin perder la fuerza de su juventud, con un punto abocado. Como para comprar media cajita para los calores que se aproximan.

Siguió otro blanco Cuna de Tierra 2020 mezcla de semillón con savignon blanc. Amarillo pajizo, menos aromático que el anterior. En boca tiene buen paso, muy marcados los cítricos: toronja blanca, final amargo. Repetible.

Pago de Vega 2018, con una mezcla de cabernet sauvignon 80%, cabernet franc 15% y merlot 5%. Crianza de 14 a 18 meses de madera «de origen galo» (Así lo apuntan sin especificar el bosque de procedencia) y un añito en vidrio. Velado, aroma a casis, fruta negra, va de menos a más. Repetible aunque con precio injustificado.

Cuarto de la noche es un Torre de Tierra 2020, vinificado con tempranillo 80% y resto cabernet sauvignon, menos crianza que el anterior, pero con tres robles de distinta procedencia: francés, americano y húngaro. Este es un vino más redondo y va de más a menos. Notas de madera usada.

Cuna de Tierra Cabernet 2019. A pesar de que la etiqueta apunta cabernet sauvignon, no es monovarietal sino que lleva también cabernet franc y merlot. Buen ensamble, huele a chocolate amargo, con una nota de sulfuroso que se limpia con un poco de aire. Repetible pero sin enamorar.