Archivos para febrero, 2017

piper

Se pueden apreciar los efectos de la humedad en las etiquetas de Clos de la Barre y Haut Brion  (segunda y cuarta de izquierda a derecha respectivamente)

Como cada año, se rompe el cochinito; el guardadito de todo el año y se compran botellas a la altura de una gran celebración. Esta vez Burdeos brilló en la mesa y dispusimos unas cuantas botellas con excepción de un espumoso, y un borgoñita de mucho copete.

Por primera vez se cambió la sede de la reunión, gracias a la hospitalidad de Oswaldo. En una amplísima terraza nos reunimos para descorchar estos grandes vinos. Empezando por un Piper-Heidsieck Rosé Sauvage, con una generosa proporción de pinot noir (50%) 20% de pinot manier y el resto chardonnay. Bastante discreta, posible señal de una mala guarda, o de un infame transporte en los meses veraniegos. El caso es que no muestra la fruta ni la burbuja como debería, sin dejar de ser agradable pero sin cautivar. La segunda botella es sin duda uno de los borgoñas más apreciados de su servidor: Clos de La Barre 2006 de Louis Jadot. Un vino encantador que nos remite a lo más prestigioso de la Borgoña, un pinot maduro, aunque muestra todavía signos de juventud, con su acostumbrada acidez y frutalidad en primer plano. Profundo y complejo, con notas de trufa, de las que sacan los cerditos adiestrados en la campiña Toscana. Como para tener varias cajas guardadas, lástima que ésta sea la última botella.

Chateau Mouton Rotchild 1998. El primer año que la bodega muestra en la etiqueta una obra de un pintor mexicano, «Brindis por» de Rufino Tamayo. Una botellita que llevaba ya varios años empolvándose en su nicho y que esa noche salió a la luz. Algo austero al principio, cerrado como una lápida, y que con el aire fue dando fruta negra, mina de lápiz y notas especiadas. Robusto, barroco. Falta vidrio, aunque muestra ya desde ahora sus encantos.

Chateau Hcata-navidenaaut Brion 1999. Una botella reservada para larga guarda, pero que he decidido sacar a la mesa por la ocasión y por razones de guarda; la cava no ha sido reparada y temo que la temperatura arriba de los 21°C  provoque una evolución poco previsible. Junto a Latour y Margaux, de mis burdeos preferidos. Un vino profundo de colores ocre, brillante. Huele a trufa, paja mojada, cuero, fruta roja. En boca sorprende la acidez, de tanino muy discreto y largo, muy largo.

A mi nadie me quita de la cabeza que los grandes vinos con el tiempo, bien guardados, van pareciéndose unos a otros llegando a un final en común. Suena poco ortodoxo y quizás mucha gente no coincida, pero aún así sigo pensando lo mismo.

Chateau Lafite 2001. Desde el 2000 en adelante muchas añadas, quizás demasiadas, se han calificado como excelentes, y el precio ha subido hasta las nubes. Quizás también por la sed de mercados emergentes como China y Rusia ávidos por comprar vinos de renombre que han provocado irremediablemente este fenómeno. 2000 para Lafite fue un año con un porcentaje de cabernet sauvignon poco frecuente: 93.3% y el resto merlot. Michael Broadbent en una prueba de barrica en marzo de 2001 vaticina: Great Wine whit a long life ahead. Predicción nada rara tomando en cuenta las esperanzas y la ansiedad de la gente ante el hecho de ser la primera añada de este siglo. Cabe aclarar que esta botella fue una donación de Gabriel, botella que disfrutamos todos en la cata decembrina. Gracias.

Empezamos con un blanquito de una bodega bastante cotizada por los anaqueles españoles. Predicador 2009 de la bodega Vinos de Benjamín Romero. Vinificado con garnacha blanca, viura y malvasia. Color pajizo dorado. En nariz melaza, flor de azahar, potente en boca y de final largo con un ligero amargor, como la quina. Repetible.

Marqués de Cáceres 2013 . Un rosadito seguro, que se bebe bien. Color salmón, brillante y fluido. Huele a hollejos, herbáceo con una nota a tomillo. Excelente acidez y final un poco amargo. Correcto.

Luis Cañas Reserva 2011. Sus 14,5 % de alcohol están bastante integrados, pero sus 24 meses en roble lo hacen muy astringente. Huele a ciruela madura y una nota de  humo: En boca es de tanino rugoso, final áspero, desequilibrado. Tal vez un poco de vidrio integre lo que haga falta.

Campillo 2012. Huele a mermelada de frambuesa con una nota de vainilla muy sutil. Tánico y frutal. Bebible.

Campo Viejo Art Series 2011. En nariz es una amalgama de fruta negra, cedro y cuero. Boca frutal, buen paso de boca, amargo y de buena acidez. Repetible.

Art Excelencia 2001. Este vino alicantino del que nos olvidamos apuntar todos en el grupo. Por lo que no sé si sea por no entusiasmar a nadie, o por otra razón. Así que me reservo el comentario, pero queda pendiente para este fin de semana que se aproxima. Por otro lado no hay foto… ¿Pues que pasó en esta cata…? Lo que si puedo afirmar es que nos mantuvimos sobrios hasta el final de la jornada, meto las manos al fuego por todos los integrantes del grupo. Una cata poco convencional, cuyo seguimiento relajamos al máximo y perdimos el rigor de la foto, y el comentario del último vino. ¿Qué se le va a hacer?