Archivos para diciembre, 2022

Si no me falla la memoria, este año cumplimos 24 años de reunirnos en este maravilloso grupo de catadores, la peña Vino Por Placer, empezó por allá en 1998. Algunos miembros se han ido, otros se han integrado. Así que motivos para celebrar sobran. Este año nos reunimos en el privado de un restaurante, un lugar amplio, cómodo, con su medio baño propio y un mesero y una mesera muy dispuestos en todo momento. La iluminación no es la mejor. El menú fue confeccionado por el chef y consistía en una entrada de portobello a la griglia, una ensalada de mandarina con lechuga, de plato fuerte un filete de res con mostaza Dijón y hierbas de olor y de postre un creme brulle o maceta de chocolate a escoger. De los vinos me encargué yo, y creo que no fue tan mala elección.

Empezamos con algo de burbujas para refrescar el paladar: un champán Louis Roederer Rosé 2013 vinificado con un 66% de pinot noir y el resto chardonnay. Su color no es como pudiéramos imaginar: rosado, sino amarillo con algunos destellos grosella, muy brillante fluida y con burbuja de mediana intensidad, como he repetido varias veces, depende en gran medida de la copa en que se sirva. De carácter calizo, recuerdos de frutos rojos; grosella de buena acidez y final largo. Esta botellita estuvo pensada para el brindis. Brindamos por estar juntos y poder celebrar un año más, después de la oscura reclusión durante los meses más graves de la pandemia: motivo suficiente para que este año chocáramos las copas.

Me sorprendió que sirvieran primero el portobello, ya que en la lista figuraba la ensalada en primer lugar. Así que descorchamos uno de los tres tintos dispuestos para esta noche. Se trata de un ródano: Les Grandes Terrases 2016 de Paul Jaboulet de la región de Cornas, vinificado 100% de syrah. El portobello exquisito: buena materia prima y todo en su punto. El vino también estaba a la altura, huele a tocino, fruta roja madura, conservando la suficiente tensión, con esa excelente acidez de los vinos de buena estructura, tanino firme y un final largo. Para comprar una caja, a todos nos gustó mucho, definitivamente fue el vino de la noche.

La ensalada la acompañamos con un viejo conocido, un Hegel riesling 2019, vino floral, vivaracho, sin excesos, cosquillea a la entrada, aunque no es tan joven como para no haber liberado el CO2 pero parecería que tiene algo de aguja, sin ser tan marcado. Fruta amarilla y de final amargo, muy elegante. Maridó con la acidez de la mandarina así como con la textura y el aderezo de la lechuga, los frutos secos rompían la monotonía. Me sorprende hablar así del maridaje, parece que soy el más convencido y que estoy promoviendo el vino a un comensal exigente.

Los dos siguiente tintos se descorcharon a la par con el filete a la mostaza; el término de cocimiento de la carne y su preparación dejaron satisfechos a todos, bañados con un gigondas: La Guille 2019 vinificado con 80% garnacha tinta y 20% de syrah. Nada que no estuviera en su lugar, sin llegar a estar tan redondo como el primer ródano.

Arzuaga reserva 2012 con un porcentaje mínimo de albillo, uva blanca. Costumbre arraigada desde el año 2005 en el valle del Ródano, donde algunas variedades tintas, sobre todo la syrah, se mezclan con la viogner (blanca). La albillo crece en Ribeiro, Castilla y León y la comunidad de Madrid. En algunas partes de Perú existe la albilla, que parece tener alguna relación. Se trata de una uva neutra. Este Ribera huele a zarzamora, tiene una nota láctea, y especiada a tomillo, en boca amarga hasta el final. Mis expectativas iban mucho más lejos, aunque va bien con el filete a la mostaza.

Por último cerramos con un vino de postre que francamente no repetiría, me parece muy caro y no tiene la contundencia de muchos otros vinos de postre como pudiera ser un cosecha tardía chileno, por no poner la vara tan alta, ya no hablemos de un sauternes. Claro que estoy comparando peras con manzanas, se podría comparar con un vino de hielo canadiense, pero creo que tampoco saldría muy bien librado. Se trata de un Vino Dulce Frio 2018 de la bodega Gramona y vinificado con gewürztraminer. Aquí hay que pagar algo así como 80 dólares americanos, cantidad que me empieza a poner un poco exigente. Yo escogí el Creme Brule. Un vino que rompía con la saturación de azúcares del postre, pero que no destacaba en aromas ni en sabores, muy planito, posiblemente hubiera quedado mejor un queso de pasta dura no muy maduro para destacar lo poco que pudo mostrar. Llegamos al final de las catas este año, ya hay planes para el siguiente, con mucho más teoría, espero que ningún miembro del grupo pierda el entusiasmo.

Américo Vespucio

Publicado: 15 diciembre, 2022 en De todo un poco, Reflexiones
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Nada mejor que pasar un par de horas en vela dando vueltas en la cama para que la palabra insomnio aparezca en su justa dimensión. Después de haberme levantado de la cama para ir al escusado me fue imposible conciliar el sueño antes de un par de horas, tentado estuve de bajar a la computadora y escribir esta entrada, pero sabía que podía despertar a la familia. Ahora frente al teclado ya bien entrada la mañana quisiera decir que es sorprendente que algunos personajes de la historia hayan alcanzado la fama sin haberla buscado ni remotamente. Y quienes seguimos la obra de Stefan Zweig, quien tuvo un fin que pocos pudieron imaginar durante de la II Guerra Mundial, sabemos que sus biografías son una delicia. Como en el caso del comerciante florentino Albericus Vespucci, conocido en castellano como Américo Vespucio, es muy probable que sea de los mejores ejemplos de gente que sin buscar la fama se hizo de ella de manera involuntaria. Las cartas que envío a Lorenzo di Pierfrancesco de Medici (al parecer primo del otro Lorenzo llamado «El Magnífico») son algunas relaciones de acontecimientos. Todo comienza con la intervención de un impresor neerlandés que inventa «del modo más burdo» dice Sweig, un quinto viaje de Vespucio. Así como las cartas, de las que se han encontrado el manuscrito original Quator Navigationes material para componer un libro. Copio textual: «así la descripción hecha por un tirolés de nombre Baltasar Sprenger, y que circula en su manuscrito, ofrece al impresor holandés la anhelada oportunidad para proceder a una falsificación. Donde el original reza Ego Balthasar Sprenger, el pone simplemente Ick, Alberigus, «Yo Américo», a fin de hacer creer al público que esa descripción de un viaje también era debida a Vespucio. Y he aquí que cuatrocientos años después esa imputación descarada engaña aún a la presidencia de la Sociedad Geográfica de Londres, que en 1892 proclama con gran boato el descubrimiento de un quinto viaje de Vespucio». Aquel informe ficticio sobre el primer viaje y todas las demás inexactitudes que hicieron que Vespucio fuera inculpado de engaño consiente, no han de imputársele a él sino a los editores e impresores, sin embargo quedan algunas preguntas en el aire: ¿Por qué Vespucio no protestó nunca públicamente…? Antes de su muerte, en 1512, ya circulaban libros en su nombre que le atribuían un viaje que en realidad no había efectuado. Escribe Sweig: No habría consistido su primer deber en lanzar al mundo un terminante: «No, yo no soy el descubridor de América y ese país lleva mi nombre injustamente»? *

Recomiendo la lectura de esta espléndida biografía, y para no desviarnos del contexto de este blog, hoy descorcharé algún vino italiano, de preferencia florentino.

*Copia textual. Ya que América no es un país, sino un continente. Aunque los norteamericanos no pierdan la ocasión de darlo como su pais.