Archivos para octubre, 2010

Entre tannats…

El turno fue para Jorge y sus seis vinos uruguayos. Un país tan pequeño como interesante, con apenas 3 millones y medio de habitantes, colocado entre los primeros cincuenta países con mejor calidad de vida. Más de la mitad de su PIB proviene del sector de servicios.
Con 8,550 ha de viñedos produce poco más de 90 millones de litros al año. Su consumo per cápita es de 30 litros y tan solo el 3% de la producción se exporta. Los pocos vinos que exporta llevan como destino principal Brasil y Argentina, y son en su mayoría varietales de tannat, así como la malbec en Argentina o la carmenére en Chile, la tannat identifica a Uruguay.
Esta uva es oscura y tánica, aunque francamente no pude durante la cata encontrar su sello propio.
El hallazgo de la noche para mí fue el primer blanquito, se trata de un varietal de arriloba resultado del cruce de raffiat moncada y savignon blanc en el año de 1954, y comercializada en 1960. Bodega La Cruz de Florida y la marca del mismo nombre: Arriloba Vino Ecológico 2002 con algo de roble francés y sus ocho añitos presenta un bello color oro viejo, brillante y fluido. Sus aromas me recuerdan el níspero, cera, con alguna nota de queroseno para que al último huela a chicle de menta, en boca es cítrico y con algo de madera que le da un final amargo. Interesante y repetible. El segundo y todos los que siguieron fueron tannat. Castel Pujol 2005 acetona, cedro y alcohol, desequilibrado y amargo, desagradable. De la misma bodega que el blanco, un Cuna de Piedra, Oak Reserve 2007 fruta negra con notas de lavanda haciendo una sabrosa amalgama, alguna nota de pimiento en el fondo, frutal y largo. Muy bueno. El cuarto, de Bodegas Carrau es un Juan Carrau Reserva 2007. Cerrado, madera y alcohol lo que resalta, en boca es áspero, de final amargo: tosco. El Arerunguá 2007  pasa de los $400.00 (30 dólares) un precio difícil para competir. Aromas a piedra de río, fruta negra confitada, zarzamora buen tanino y acidez. El sexto y último: Amat Reserva 2004 sus $429.00 son difícil de justificar, me pareció un vino mucho más complejo y redondo, frutal y de tanino vivo y largo, pero nada que emocione. Me quedo con el tercero de la noche.

Aromas en la copa

Publicado: 22 octubre, 2010 en Cristalería
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Para quienes disfrutamos del vino, tenemos la costumbre de encontrar un sinfín de aromas en la copa. Los dividimos, los clasificamos y comentamos, frutales: zarzamora, ciruela, grosella, casis, cereza. Especiados: pimienta negra, pimienta blanca, clavo, tomillo, albahaca, nuez moscada… ya sé que parece una una lista de compras de supermercado, pero qué hay de aquellos aromas ajenos al vino, que ya vienen impregnados a la copa. Yo me pregunto cuántos aromas más percibimos fuera de los originales del vino. Como: el olor a trapo, jabón, pintura… que no son nada agradables. En alguna ocasión el olor a trapo mojado rayando en cartón pudo hacerme pensar que el vino tenía algo de «corcho». En otra el olor a cebolla era tan intenso que pensé que se trataba de algún defecto relacionado con los verdores de la fruta mal despalillada, pero en realidad las copas habían estado en la cocina durante la preparación de un platillo con mucha cebolla.

Hace unos años descubrí que muchos de los aromas a madera fina de caoba, que percibía en casi todos los vinos no provenían del vino, sino de una vitrina de este mismo tipo de madera, donde guardo mis copas y algunos de mis decantadores. La vitrina es muy vieja, tiene más de ochenta años, pero sigue impregnando las cosas que se meten en su interior. Debo confesar que son aromas muy agradables, pero que definitivamente no emanan del vino. Para quienes son partidarios del roble, ya tienen otra opción.

Dos de 90 por menos de 10…

La idea de que los vinos de alta puntuación en la escala de Robert Parker son muy caros, es bastante generalizada para quienes siguen los consejos del abogado de Maryland y su brazo derecho Jay Miller. De que lo valgan o no, es otro asunto. Menos de diez dólares parecería una ganga. Para mí nunca ha sido referencia mr. Parker y sus puntos, al contrario, pero tratándose de dos vinos económicos y atacado por un instante de curiosidad y aburrimiento, decidí llevarlos a la comida dominical. Caminando por los pasillos de Superama me encuentro con un Trio Reserva 2008, de la famosísima bodega Concha y Toro, un blanco de tres variedades y $120.00. Por otro lado un vino de la D.O. Cariñena de la bodega Grandes Vinos y Viñedos, vinificado con syrah de $100.00. Menos de 10 dólares cada uno.

El primero es un blanco del valle de Casa Blanca, al norte de Santiago, cuya fama definitivamente se la ha ganado con los blancos. chardonnay + pinot grigio + pinot blanc, que al final huele y sabe a savignon blanc. Sus 13,9% de alcohol no se notan, un vino herbáceo, mucha hierba recién cortada, heno, y una nota de fruta amarilla de durazno. En boca es agradable, sencillo, abocado, de buena acidez y con un ligero toque amargo al final. Un vino perdido en el anonimato. Tal vez. Sin personalidad. También, pero que tampoco molesta beberse un par de copas. Lo prefiero a muchos otros chilenos con precios del mismo rango.

El tinto es un cariñena vinificado con syrah; Beso de Vino, Selección 2009 con apenas 13,5 de alcohol nada grave para un syrah parkerizado. Aromas de baja intensidad a tostados y fruta negra, tanino suave, y acidez justa. Nada que raspe la lengua ni caliente la garganta… ¿Tiene madera? ¿Es de Parker…? Dos vinos que jamás hubiera imaginado que sus puntos se elevaran por arriba de los 75, con los criterios del propio Parker y sus secuaces. ¿Estará cambiando su paladar?

Desde que empecé a interesarme en el mundo del vino, leyendo y probando, ha habido mucha gente que me pide consejo sobre alguna supuesta grandiosa colección de botellas heredada o dada en pago por alguna razón. No es raro que entre alguna de ellas sean rescatables verdaderas joyas. Recuerdo aquel mítico Marqués de Riscal 1947 perdido entre botellas de champán comerciales y con el nivel a la mitad. En esa misma colección un Viña Tondonia cuya añada no quedó muy clara (1913-1914) a cambio de eso apuntaba en la etiqueta que se trataba del «sexto año de plantación». Ya he mandado un correo a Ma. José López Heredia, para saber de que se trata. Estoy seguro de que habrá una historia detrás que pueda contar en este espacio.
De otra tanda de vinos conservo recuerdos de aquel Martínez Lacuesta Reserva Especial 1922. De esta colección todavía hay algunas botellas en mi bodega a pesar de mis amigos y de varias «operaciones escoba» para ir gastando algo de lo que sobra o de las botellas que pienso que van en plena picada. Hace poco menos de una semana me invitó un amigo a que echara el ojo a una tanda de vinos de un restaurante. Su hermano quería vender algunas de esas botellas y él no tenía idea del precio. Se trata de una colección de vinos mexicanos en su mayoría, con algunas excepciones, como tres o cuatro botellas de Cabo de Hornos de distintas añadas entre otras botellas riojanas.

Difícil interpretar el valor de algunos lotes, en primer lugar porque soy un aficionado. En su mayoría las botellas de este lote tenían buen nivel, todas arriba del hombro, aunque las etiquetas estaban bastante deterioradas. No es que yo en lo personal me fije mucho en eso pero definitivamente puede repercutir en el precio. Pero hagamos un paréntesis… ¿Qué valor se puede dar a una botella teniendo sólo en cuenta el precio de la misma, pero de una añada más reciente en tienda? ¿Cuánta gente estará dispuesta a comprar una botella con la etiqueta deteriorada, sin factura? Son preguntas difíciles de responder. No es lo mismo llevar a Christie´s una caja de Haut Brion 1964 en perfectas condiciones de guarda, que unas botellas casi olvidadas en el sótano de la abuela. La mayoría de la gente piensa que tiene un gran tesoro, y se decepciona al saber la realidad, aunque también hay gente que no tiene ningún interés en el vino y cuenta por alguna extraña razón con una colección interesante. Mi legado podrá ser modesto, pero esmeradamente escogido y cuidado. ¡Ojalá que mis hijos sepan apreciarlo!

Domaine Montille

Publicado: 11 octubre, 2010 en Vino
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Volnay, Champan, Domaine Montille 2004

Una de mis tareas pendientes era probar algún vino de Montille, aquel viejito productor tradicional en Volnay, en la opulenta zona de Côte de Beaune. Tarea asignada después de ver la película documental Mondovino. Pronto cayó la botella, y con apenas unos meses en bodega la descorché hace un par de días. Domaine Montille, Champans 2004. Un premier cru que junto al viñedo de Les Santenots-du-Milieu, tienen fama de dar vinos elegantes y expresivos. Color ladrillo, borde ocre, bastante evolucionado, brillante y fluido. En nariz domina lo térreo, trufa, hojarasca, musgo, tabaco rubio curado con notas ahumadas y de caza, rayando en almizcle. No sé si últimamente me he vuelto más sensible al alcohol, pero me parece que tiene una arista bastante perceptible, a buena temperatura. Al leer en la botella 13,0 % de alcohol, me parece que le faltó integrarlo en vidrio. ¿Será que está muy joven a pesar de su color y aromas?

Jackson-Triggs, Sunrock Vineyard, Shiraz 2007

De regreso de su estancia de un año por tierras canadienses, un amigo generosamente me trajo una botellita de vino vinificada con shiraz. Jamás hubiera pensado en esta uva en tierras tan septentrionales, si bien es cierto que Toronto durante el verano puede alcanzar temperaturas arriba de los 35ºC, siempre había relacionado a Canadá con la vidal y la pinot noir. Así que para mí fue un excelente regalo y una buena oportunidad de acercarme a estos vinos. ¿O será que con lo del «cambio climático» empiecen a plantar vides en Alaska…?

La bodega es Jackson Triggs, y su shiraz; Jackson-Triggs Sun Rock Vineyard 2007. Es un shiraz sin la potencia desbocada de algunos australianos, ni la profundidad de los del Ródano, algo completamente justificable ya que en el Ródano no la vinifican como varietal, sino que la mezclan con varias uvas. Color violáceo, brillante. Huele a zarzamora con una nota vegetal y de pimiento, de repente entra en un letargo olfativo, ¿dónde se ha ido el olor?… En boca es ligero tirando a plano, le falta acidez, de tanino limado y agradable en su conjunto, dejando de pensar que se trata de un shiraz. Por momentos se hacen muy evidentes sus 14,4 % de alcohol ¿Cómo obtuvo tal octanaje en tierras tan frías?

No dudo que existan otras bodegas en Canadá que vinifiquen la shiraz, sería muy pretencioso pensar que todos los vinos sean semejantes así que este sólo lo puedo considerar como una pequeña muestra de lo que se puede encontrar en la tierra de la hoja de maple, fuera del tradicional icewine.