Archivos para diciembre, 2019

corchos19

Otro año más,  bajo un punto pesimista otro menos. El caso fue que nos reunimos ayer por la noche muy contentos a degustar algunos Pomerol y su vecino menor Lalande de Pomerol. Había reposando en mi bodega una botellita de Petrus añada 2001 desde hace 14 años (octubre 2005). Haciendo un poco de historia; la compré a finales de 2005 en San Antonio Texas, en una tienda con más facha de tienda de autoservicio que de vino, eso sí,  muy grande. Tienda donde francamente no había entrado, rumbo a Austin. Llevaba unas 6 o 7 botellas en fila cuando el dueño se acercó a hacerme plática. Aproveché para preguntarle si tenía alguna añada de Petrus en menos de mil dólares que me vendiera… Si la encuentra probablemente la pondré en el carrito. Y así fue. Hoy en día después de mis 55 primaveras estoy convencido de dos cosas: la primera es que todos tenemos tarde o temprano una cita con la Parca y la segunda es que disfrutar el vino sólo se puede hacer con buena compañía. Así que ofrecí mi botella a precio de ganga a mis amigos de Vino Por Placer que no tardaron en aceptar. Previo a la cata y con toda la intención de confundirlos tape las botellas con papel aluminio, y a cada vino le dedicaba un piropo, pero no contaba que el Petrus era el más viejo de los seis, así que su color y sedimentos fueron suficientes pruebas para delatarlo. Lejos de sus virtudes organolépticas, mis compañeros sacaran la conclusión de que se trataba del cuarto vino, aunque hubo quien dudo hasta el último momento. Y este fue el resultado:

El primero fue un Chateau Ferrand 2015 Fruto de las maniobras del mercenario de Michael Rolland que ha tenido a bien vivir de los consejos, a veces no tan sabios, que les «vende» a precio de oro a algunos productores no muy tradicionalistas. Se trata de un vino con cierta amalgama de piel fina y fruta roja, con un  final en boca amargo. Hay quienes encontraron algo de pimienta blanca, pero todos coincidimos en su final amargo.

Chateau De Sales 2011. Fruta negra con una notita de chocolate amargo, va de más a menos, final muy plano, nada que mueva sentimientos. Sin pena ni gloria.

Chateau Bertineau 2011. De Lalande de Pomerol. El de alcohol más alto (14) que viniendo de la manipulación  de Michael Rolland no es de extrañarse. Nariz cerrada al principio y después de mucho tiempo abre elegante, sin muchas concesiones, pero con gracia. No se trata de un vino sobre extraído ni de un vino tosco. Fruta negra, algo de especias, con otro final amargo. Repetible.

cata234

Vinos de la Cata 234

El famoso cuarto de la noche; el tan esperado Chateau Petrus 2001. Huele a corcho, desde que lo descorché noté una capita verde, ¿demasiada humedad en bodega…? tal vez, pero un poco de aire fue suficiente para limpiarlo. Color tirando a marrón, brillante y fluido. Me gustaría hacer una lista de virtudes acerca de este vino que hay quienes dicen es el mejor merlot del mundo, pero no puedo. Cada añada, con algunas excepciones se mezcla con un 5% de cabernet franc. Redondo, algo de pastel de frutas, tanino mullido, todo en su lugar  pero nada que mueva a la lágrima que sale cuando algo de verdad emociona, tampoco bajaron los ángeles con sus arpas a cantarme al oído. Un vino que si me hubieran dicho que se pagaron 20 verdes lo hubiera creído sin problema alguno. Cada vez soy más escéptico de los vinos caros, o con los vinos que han hecho caros los nuevos ricos que habitan China y Rusia, cuando las bodegas muy complacidas  declaran la añada del siglo cada año. Este tal vez sea el último Petrus que beba en mi vida, a menos que un alma caritativa me invite una copa.  Pero no lo he dicho para levantar lástima ni para que se compadezcan de mí, porque si se trata de invitarme y dar la nota o subirse al nivel de la pedantería, está el Chateau Le Pin. Otro Pomerol  algo más escaso; ronda las 600 cajas anuales y que se produce en 2 hectáreas, ya se podrán imaginar el precio…

El quinto, y aquí se cumplió aquella sentencia de que no hay quinto malo, fue un delicioso Chateau Haut Surget 2016. Rebosante de juventud con unas notas nítidas de fruta de la mejor calidad: grosella, redondito, y quizás por encontrar un defecto; acidez justa. No sólo repetible, ya que para 500 devaluados pesos, me parece que voy por tres  botellas para estas fiestas.

El último Chateau Grand Moulinet 2014. Un vino apagado, sin fuerza que no gustó a nadie. Las notas de mis amigos: Chocolate, cereza, ciruela, y ligeramente astringente. Me parece que probaron un vino diferente o pecan de generosos.

Así concluyo, no sin antes agradecer a todos mis amigos su amistad y los buenos momentos que pasamos este año que está por concluir. Gracias Carlos por molestarte en llevar tan original y deliciosa lasaña de bacalao.

Gigondas etiqueta rota

Publicado: 14 diciembre, 2019 en Reflexiones, Vino
Etiquetas:, ,

Haciendo un balance creo que no había descorchado ninguna botella de cierta importancia, por lo menos dentro de los parámetros de la pedantería, ustedes saben:  Bodega de renombre, zona, precio… cosas que finalmente al estar frente a la copa, si se es sensato pasan a segundo lugar, ya que lo que importa es la experiencia recibida a través de los sentidos. Debo decir que la etiqueta está parcialmente rota por la humedad, y es que la bodega donde reposan desde hace ya algún tiempo peca de humedad, que debe andar arriba del 70% motivo por lo que las etiquetas se deterioran, pero el vino se conserva mejor, sino es que entra un maldito hongo y acaba con el corcho. Esta distinción entre una botella inmaculada y una rota o con manchas de vino, sin duda le da carácter a la botella, dejando de ser un mero medio para contener el vino a un recipiente con cierta historia que contar.

Un vino firme, con cierto grado de juventud, no se le nota el vidrio a pesar de sus 4 añitos, digamos que se empieza a desenvolver a sus anchas, empiezan aromas térreos y ahumados, parecidos a los de su vecino del Norte Cote Rotie, sin ser tan marcado. Este vino del sur del Rhone que generalmente no envejece como sus vecinos norteños como un buen; Cote Rotie, Crozas-Hermitage, Cornas… Esta botella entró en bodega el 9 de enero de 2018, casi dos años reposando. Uvas: Syrah, garnacha tinta y monastrell.