Archivos para enero, 2011

Observar y anotar, oler y anotar, sorber…

Ayer por la noche en nuestra primera cata del año disfrutamos de seis vinos varietales de uva malbec. Lo primero que tengo que decir acerca de estos vinos es que en su mayoría tienen una buena relación calidad-precio, vinos agradables sobre todo el número cinco del que hablaré más tarde. Ninguno de ellos rebasa los 200 pesos (12 € ). La dinámica del grupo ha cambiado, y ahora cada uno de quienes se sientan a la mesa, debe escribir algo sobre el vino catado en un cuaderno que van pasando al de al lado. Una iniciativa que ayuda a mantener la atención para que los participantes no empiecen a discutir sobre cómo arreglar el mundo, y se concentren en los vinos, ya habrá tiempo para todo lo demás. Me ayuda también a tener una idea del vino, desde otra perspectiva… «diez narices huelen más que una». Sin mayor preámbulo empezamos con Finca el Portillo 2008, de bodegas Salentein. Nariz frutal: ciruela y cereza maduras, en boca es ligero, mineral, suave, de final amargo, sus 14.0 de alcohol están bastante presentes, por lo que se contradicen los comentarios por aquello de «suave». De Bodegas Norton su malbec básico: Norton 2009 tiene doce meses de barrica, el 50% nuevo. Al principio huele a arena caliente, pétalos de rosa, hollejos y sandia, boca frutal aunque un poco flojo. El tercero es de Bodegas Francoise Lurton, Lurton 2006, sulfuroso al principio con notas terrosas. Agradable en boca, mineral y largo. Alguien apuntaba que «sabía a lo que olía»… La Flor 2009, de Bodegas y Viñedos Hugo y Eduardo Pulenta tiene seis meses de roble y viene cargadito de alcohol con sus 14.0 grados. Picante (volátil) una vez que pasa, aparece la fruta; frambuesa, acidez alta, un punto dulce de madurez que por momentos descompone el final, tánico y con una arista alcohólica. El siguiente fue definitivamente el vino de la noche. Santa Ana Homage 2008 de Bodegas Santa Ana. Un vino muy bien amalgamado, todo en su lugar, tabaco, cedro. En boca es redondo, con tanino mullido y final largo. Y su precio139 pesos ( 8 € ). Por último llegó Eco de Tango 2006, cuya bodega según la poca información en la etiqueta es la «A». Este vino rebasaba los 200 pesos, pero tenía descuento. No ha sido del agrado de los jueces, quienes han sido muy severos escribiendo lo siguiente: «Acidez pronunciada, corto, se interrumpe en retro, sulfuroso, acido y ligero… Le falta cuerpo» con esos comentarios ¿habrá necesidad de poner alguna calificación?

Me estoy haciendo viejo y reconozco que cada día me molestan más los descarados recursos propagandísticos acerca del vino mexicano. Al abrir el periódico Reforma en la sección Buena mesa aparece con letras grandes: Buenos, baratos y mexicanos…. Ajem, ajem ¿A qué se referirán con baratos…? Hablan de vinos debajo de 350 pesos; los trece vinos citados dan un promedio de 260 pesos. ¡Veintidós dólares para mi bolsillo ya no es barato…! Y en ese margen me empiezo a poner muuy exigente.
Las calificaciones no podían ser de otra forma que las designadas por el abogado de Maryland, Mr. Robert Parker Jr. (50 a 100). Aunque también me llama la atención que ninguno de los trece vinos catados rebasa los 89.3 puntos. ¿Qué le habrá faltado para el 90.0 a ese Jardín Secreto 2007, de la bodega Adobe de Guadalupe? ¿0.7 gramos más de roble francés o 0.7 gramos más de alcohol?

Hasta hace poco menos de diez años no podía entender cómo alguien se atrevía a dar una opinión sobre un vino sin tener de parámetro una calificación numérica. Hoy en día estoy convencido de que no hay números ni letras suficientes ni precisos para calificar un vino. Son muy fríos. Prefiero remontarme a mi memoria olfativa y saber si ese vino me despierta pasiones, me deja indiferente, o simplemente es para beberse a tragos largos, sin muchas contemplaciones. Siguiendo con la promoción de vinos mexicanos… O mejor dicho con el ocioso ejercicio que convocó a tres expertos con todo y su peto de cuero y todas sus medallas. Los Sumilleres que en México y otros países latinoamericanos prefieren escribir sommelier para darles un acento franchute y de más prestigio. Los sommeliers han dado su veredicto y los demás mortales… el resto, podrá tomar una mejor decisión a la hora de escoger entre un vino francés o un mexicano, baratito de 20 verdes.
Creo que algunas maniobras como ésta ayudan muy poco al vino mexicano. Y en muchas ocasiones dejan más confundido al consumidor. Ya me cansé de oír historias sobre la «democratización del consumo del vino», hacerlo más accesible, bla bla bla… Pero en el momento de las medallas, premios y altas calificaciones, el vino despega y se vuelve un ente volátil inalcanzable para la gran mayoría que prefiere gastarse sus $260.00 en otra cosa.

Tinto del Mogorcito 2006

Haciendo un recorrido sabatino por los pasillos de una de las tiendas de vino más surtidas de mis alrededores, me encuentro con una gran variedad de nuevos vinos mexicanos, que ni siquiera había escuchado que existían. Por desgracia y siendo cada vez más frecuente, abundan los vinos por arriba de los $400.00 (32 dólares), precios que ahuyentan a mucha gente, y que quedan situados en un nicho de mercado muy reducido. Aún así escogí uno de los «baratos» $384.00 Se trata de un Tinto del Mogorcito 2006 que no tiene nada que ver con Casa Mogor Badan, como pudiera parecer. Se trata de Viñas de Garza una bodega muy joven nacida en 2003 cuya primera cosecha es precisamente la 2006. Ubicada en el Valle de Guadalupe. Tinto del Mogorcito es una mezcla de cabernet sauvignon y merlot con doce meses de roble francés y americano. Su enólogo Amado Garza, que por su apellido sospecho que algo más tiene que ver con la marca. Hugo D´Acosta también intervino en el proyecto. Poco después de comprar la botella terminó en la copa, y estas con mis impresiones: Aromas de fruta negra en sazón: zarzamora, notas especiadas de albahaca y pimienta verde. Boca frutal, con un final pasificado que desaparece con el aire, acidez justa, de taninos maduros que pierde algo de nervio con el aire. En general un vino rústico con una arista de alcohol muy presente.

Mouton Rothschild 1999

Publicado: 13 enero, 2011 en Vino
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Mouton Rothschild 1999

Con motivo de un festejo importante para mí, a pesar del exceso de comida y bebida en recientes fechas pasadas, por fin he descorchado una botellita que llevaba guardada desde enero de 2006 y que me costó trabajo decidirme a sacar de la bodega. Chateau Mouton Rotschild 1999. Una añada que Michael Broadbent la describe como: más frutal que la primera vez que la probó en 1998, me imagino que fue una prueba en barrica)…»Very sweet, hovering between lisson and plump ripeness». Después dice que lo probó con «Harvé Berland:deep, velvety; -toasted- Cabernet aroma that open up beautifully . Fleshy noted again, dry finish end charm. (****) Atractive wine 2008-2025.

Siempre he pensado que la mejor manera de disfrutar el vino es tener la mente abierta, sin prejuicios. Pero por desgracia en la medida que se van descorchando más vinos, la mente empieza a encasillarlos y resulta más difícil no tenerlos. He confesado aquí varias veces que los vinos de añadas muy viejas tienden a parecerse. Esas notas de caza, de sangre, ahumados y en general notas animales que ganan con el tiempo en vidrio al producir proteínas hacen que los vinos sean muy semejantes. No importando su origen, como si se tratara de un destino final, que abarcara todos los vinos más allá de la madurez.

Con doce años y después de haberlo probado por primera vez hace cinco años, mis expectativas eran las de un vino de taninos firmes, buena acidez y mucha fruta, pero resultó un vino evolucionado desde su color, ocre y un poco velado. Con aromas terciarios muy arraigados: caza con pelo, ahumados, y notas lejanas de cuero y tierra. En boca es de buena acidez, de taninos completamente limados, té negro, ciruela pasa y maderas (cedro). Nada que ver con las expectativas de hace cinco años cuando lo probé por primera vez.

Notas de cata del 2001 al 2002

Revisando algunas viejas notas de cata del año 2001, sacadas de una libreta verde de pasta dura, encuentro algunos vinos interesantes que en este mismo momento me gustaría disfrutar una vez más. Estos años me han enseñado que las notas de cata generalmente sirven para muy poco, cuando dicen algo, y no sirven para nada cuando se escriben sin el alma. Simplemente son referencias someras para sus propios autores. Hoy poco me dicen de ese momento, es como si estuviera leyendo las anotaciones de una persona ajena.

Pero volviendo a la subjetividad de las notas, partamos del hecho de que cada individuo es diferente, así los estímulos externos tendrán distintas interpretaciones en cada persona. Hay quienes son más tolerantes a la acidez, otros al alcohol… Lo que para mí es tánico, tal vez para el vecino sea lo justo. Por esta razón los parámetros en una nota de cata son muy personales.

En esta libretita, regalo de alguna alma caritativa, aparece en la portada: «Wine & More, by mdm» adentro una breve explicación en alemán de la lengua y sus distintas partes que distinguen los cuatro diferentes sabores: Dulce, amargo, ácido y salado… Lo demás son hojas en blanco que yo utilicé para anotar algunas notas. En vista de que la libretita me gustó, decidí sólo escribir notas de cata de vinos «excepcionales».

Me ha sorprendido saber que mi primer encuentro con un Bonnes Mares fue el 14 de febrero de 2001, y era de la añada 1989, metido en la cava el 11 de julio de 1998. Y dice así:

Degustado en la noche… (…) antes era más escrupuloso en los detalles, faltó la hora y los segundos. «Luois Jadot, Bonnes Mares 1989. Nariz — Casis con notas de violetas y caza — carne— vainilla. Paladar, acidez, tanicidad (todo en blanco ???) Ataque franco, austero poca fruta.»

¡¡¡Woww!!! me sorprendió mucho que uno de mis Borgoñas preferidos no tuviera fruta… ¿Habrán cambiado mis gustos o mi paladar.?

El segundo: «Les Forts de Latour 1994, color rubí brillante, f. rojos, ciruela m., higo. Ataque franco, acidez +, taninos discretos.»

El tercero: «Chateau Margaux 1992, color — rubí brillantes, Nariz — aromático, frutos rojos, casis, trufa, notas de vainilla. Paladar— Buen ataque, final amargo, taninos presentes, joven, cuerpo medio + complejo.» Ésto fue el 11 de julio de 2001.

Y por último el 13 de julio de 2002 descorché un Vega Sicilia Único 1981. Tengo muy presente que éste fue regalo de la esposa de un político a una tía de mi esposa. Cuando llegó con la botella en brazos, a preguntarme si valía le pena… apenas la vi de reojo. Pero cuando ella leyó en la etiqueta: V-e-g-a S-i-c-i… no había acabado cuando volteé tan rápido que casi me disloco el cuello. ¿De quién es esa botella? pregunté. Tuya. Ya sabes que a mi tía no le gusta el vino. ¡Bendito sea que no le gusta el vino! ¿Te la dio para mí? Sí. Creo que cada vez quiero más a tu tía…

La nota: