Archivos para septiembre, 2015

Apatía o sensatez

Publicado: 30 septiembre, 2015 en Vino
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termo¿Cuál de las dos…? Apatía o sensatez. Es una pregunta que me vengo haciendo desde hace unos meses a raíz de una fuga de fluido refrigerante en las tuberías que desembocan en mi bodega de vinos. Las crisis económicas nos obligan a cambiar de rumbo hacia derroteros de eficiencia y economía. No puedo dejar de reconocer que abrir la puerta de la cava y encontrarme con un flujo de aire acariciando mi rostro fue una experiencia muy agradable, o por lo menos muy refrescante, dado los  calores saharianos del sur de México en pleno verano. Además de sacar las botellas frescas de sus nichos y en el caso de los tintos, descorcharlas  para servirlas del botellero directamente en la copa. Aquello parece que quedó atrás, por lo menos por ahora.

Les decía que todo había empezado con una fuga de fluido refrigerante en este caso: el Isceón MO49 plus de la marca DuPont. Cada vez más escaso y próximo a la extinción. Poco tiempo después de la última recarga la temperatura volvió a subir. Por lo que dedujo el técnico, encargado de la maniobra, que se trataba de una fuga y que ésta debía ser localizada por métodos no muy ortodoxos. Había que romper el piso y encontrar la ranura en algún lugar de la tubería entre el difusor y la manejadora de aire. Acto seguido: reemplazar el ducto. En el supuesto caso de que quisiera conservar mi viejo sistema de refrigeración. La decisión no es muy recomendable ya que el sistema es ineficiente y el Isceón MO49 acabará descontinuado. Por lo que toda la maniobra de cambios en el equipo se traduce en algunos miles de pesos. Mi respuesta fue un  rotundo N-O.

Hay quienes podrían pensar: ¿valdrá la pena cambiar el equipo de refrigeración tomando en cuenta los vinos que quedan reposando en los botelleros…? La temperatura actual rebasa los 20°C. Oscuridad total y una humedad que ha subido hasta el 75%. Obviamente con estas condiciones la evolución se torna impredecible, lo digo por la temperatura, que es lo único que se dispara unos grados arriba. No podemos pensar en una guarda muy prolongada, ni sacar las botellas directo a la mesa. Pero al ver el recibo de la electricidad me volvió el alma al cuerpo, y no sé si pueda ser comparable a la satisfacción que me daba antes entrar a la cava a 15°C.

Debo plantear una solución que me permita tener las botellas por ahí de los 17° C que sin ser lo ideal, tampoco veo problemas de «evoluciones descontroladas e impredecibles»

Recuerdo hace años mis estrictas normas para transportar el vino a un restaurante: Sacarlo de la bodega en una bolsa de neopreno, depositarlo en el regazo de mi esposa como a un bebe, y advertirle que además de no agitarlo debía sostenerlo en el aire contrarrestando el vaivén del coche en movimiento. Varios años después me provoca risa y muevo la cabeza reconociendo lo exagerado que fui. El tiempo matiza las cosas y el sumo cuidado que dedicaba al vino se ha ido diluyendo. Pero no quisiera caer en el extremo, así que posiblemente compraré un equipo nuevo. Próximamente les contaré el desenlace, sobre todo a quienes han confiado el cuidado de sus vinos para una larga vida, acostándolos en algún nicho de mi cava.

(continuará)

CATA 190A raíz de un vino griego traído por Alfonso desde aquellas lejanas tierras, me di a la tarea de buscar otros vinos helenos para poder contrastarlos. Al no encontrar ninguno en las tiendas que visité, decidí comprar vinos «mediterráneos», que en teoría deberían de tener algo más en común, además de la influencia de esa zona. Aunque ya sabemos que hoy en día no es necesario romperse tanto la cabeza para encontrar vinos aburridamente semejantes. De hecho, es el pan nuestro de cada día. Pues así las cosas busqué un siciliano, algo de Cataluña (Priorat) y por qué no, un Côtes du Rhône, aunque hubiera preferido un Côte-Rôtie con esos aromas a tocino ahumado que he encontrado en algunos.

Empezamos con un blanco vinificado con garnacha blanca y xarel lo. Dos de las variedades cuyos resultados agradan a mi paladar, no sólo el cava, sino también en vinos tranquilos. Se trata del Massis 2012 con ocho meses en barrica y 14 graditos de alcohol bastante integrados. Un vino color pajizo brillante de destellos verdosos. Huele a pera, cera y en boca es mineral y con un final amargo muy sabroso. Para comprar un par de botellitas.

Santa Cecilia 2008. Aromas intensos a mermelada de higo, humo y  zarzamora. En boca está un poco desencajado de final áspero. Inmemorable con causa.

Galeana 2008 de la bodega Domini de la Cartoixa, en Priorat. Fruta negra; arándanos, vino redondo, buen paso de boca; acidez y tanino. El mejor de la noche. Repetible. Aunque rebasa la peligrosa barrera de los 500 pesos(30 dólares), cuando empiezo a ponerme exigente. Lo pensaría dos veces antes de volver a comprarlo.

Imiglikos Santo sin añada. Un vino desconcertante, «semidulce» indica la etiqueta, no sabemos de que está hecho dentro de las raras variedades griegas como: aghiorghitiko, limnio, mandelaria o xinomavro, aunque no descarto la cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, garnacha o la cinsault. Huele a granada, y notas cítricas, cáscara de naranja, ate de membrillo, a pesar de ser tinto a ojos cerrados parece un blanco. Es dulce poco denso con un leve cosquilleo en el paladar. Diferente, se antoja con un buen brie y una hogaza recién sacada del horno.

Côtes du Rhône 2008 de la Famille Perrin. Intensos aromas a humo, cerezas en licor. En boca tiene buena acidez, todo en equilibrio, pero sin cautivar. Bebible.