Como apuntaba en la entrada anterior: el consumo de vino se ha sofisticado en los últimos años. Gente que compra vino como si se tratara de acciones en la Bolsa o diamantes. Esperando el momento oportuno para tener jugosas utilidades. También están los pomposos títulos de algunos sumilleres que podrían hacer palidecer a la realeza europea. Hoy por la mañana he leído en el periódico, que el señor Gerard Basset, sumiller de 52 años, ha ganado el Concurso del mejor Sommelier del Mundo 2010, competencia que se llevó a cabo en Santiago de Chile. Este francés, residente de Inglaterra desde 1983 y propietario del Hotel Terra Vina en Southampton, en el Reino Unido, tiene unos cuantos títulos más: Master Sommelier, Master of Wine, Wine MBA, Mejor Sommelier Internacional para Vinos Franceses (París) y Mejor Sommelier del Mundo.
Creo que se ha colgado todas las medallas y reconocimientos posibles.
Después de leer la noticia, mi inquieto cerebro comenzó a dar vueltas. Lo primero que cruzó mi mente fue imaginarme cómo se vería vestido con su peto de cuero y todas las medallas colgadas. No cabe duda de que es muy meritorio que este francés haya tenido tantos reconocimientos y menciones en su vida profesional ¿Faltará alguna más…?
No hay que perder de vista que el vino se bebe y se disfruta, no hay que darle muchas vueltas… Tal vez a la copa sí. El mundillo del vino se está convirtiendo en algo ajeno y glamoroso, fuera de la realidad, como si se tratara de la entrega del Oscar, o algún otro acontecimiento extraordinario. Aunque hay personas que están convencidas de todo lo contrario.
Qué dirían nuestros abuelos que bebían vino sin tanta parafernalia, por gusto o quizás costumbre, para satisfacer sus necesidades más íntimas; sin voltear a los demás para presumir la estirpe de un gran vino, de viñas viejas y de producción limitadísima. Servido en copas de cristal austriaco. Me pregunto si lo de hoy es tan auténtico como lo de hace 50 años, y no se trata de una manera de presumir y aparentar en lugar de ser una forma de vida, o parte primordial de la dieta. Los romanos ya hacían ciertas distinciones y los mejores vinos eran propiedad de la aristocracia, de la clase noble que siempre gozaba de privilegios. Aunque fue en la burguesía donde se acentuó el lujo y las diferencias, el vino no sólo era para acompañar la comida sino un símbolo de estatus ¿Habremos llegado al extremo? Con esto de las compras en premier, las guías, la venta de accesorios, los sumilleres mejor calificados. A pesar de que hoy en día se bebe mucho más vino en todo el mundo, ahora se hace de manera más refinada de como lo hicieron los pueblos en la cuenca del Mediterráneo.
Al final creo que los consumidores lo único que pretendemos es una carta de vinos interesante, que el vino esté guardado en buenas condiciones, que lo descorchen sin agitarlo, que esté a temperatura correcta, que las copas sean delgadas, sin borde y de cristal transparente… ¿Es mucho pedir?