Archivos para noviembre, 2009

Cata 128

Vinos mexicanos, vinos que han desfilado en nuestra mesa de cata en muchas ocasiones. Mexicanos, vivimos en México, resulta una ecuación simple aunque podríamos resumirlo en vinos con perfil salino. Ayer hubo tintos, ni un solo blanco. El Valle de Guadalupe, para ser más específicos se encuentra a 300 m sobre el nivel medio del mar, sumado a la escasez del líquido hace que las profundas raíces beban agua salina de los pozos, y tomen de de allí su mineralidad llegando al gusto salado del vino. Dentro del puñado de vinos, poco más de cincuenta, originarios de esta región que han desfilado en nuestro grupo de Cata durante once años. ¿Mineral o salado? en muchas ocasiones más salado que mineral. Sergio, quien dirigió la cata, se ha documentado sobre el tema y nos ha llevado a diferentes regiones como Querétaro, que yo diría que está en constante progreso, no es el caso de Aguascalientes ni de Zacatecas, cuya producción de uva se ha visto mermada en los últimos 25 años. Parras Coahuila ostenta tener la bodega activa más antigua del continente americano, fundada en 1597. Sin duda la principal zona está en el noroeste, en el estado de Baja California, con 2500 hectáreas plantadas de las 3500 en todo el país.

Dentro de las acotaciones del vino mexicano la que más me llama la atención es la de los impuestos. Tan abusivos como complicados, discriminando las bebidas por su graduación alcohólica. Así el famoso impuesto Especial Sobre Producción y Servicios conocido como IEPS grava con un 25% a los vinos que no superan los 14 grados de alcohol y 30% si tuvieran una concentración mayor. Además los vinos mexicanos tienen que pagar el IVA de 10% en la franja fronteriza y de 15% en el resto del país. Para rematar con la industria, el IEPS se aplica después del IVA, así los productores pagan hasta el 43% de impuestos sobre el precio de venta.

Hablando de cosas más agradables los vinos catados tuvieron el mismo ADN; unos más tánicos que otros, pero sin excesos, unos frutales otros más herbáceos, eso sí, todos con un perfil sensiblemente salado. Vena Cava 2007 es un cabernet sauvignon vinificado por Phil Gregory, un personaje cuya etiqueta puede anticiparnos su buen humor y su afición a las letras. En la contra-etiqueta se puede leer:

«Es mi espalda de la que más me quejo estos días. Antes era mi cabeza. Estoy tan exhausto por hacer vino que ni tiempo he tenido para la cruda, y ya que está terminado el proceso se tendrá que tomar; no hay descanso para el diablo» (…) más abajo dice: «No basta escribirlo, voy a abrir una botella en este momento. Me tomaré una por ti» (…) «Criado en barricas gringas por 11 meses»

Ha gustado a la mayoría, se trata de un vino frutal de buen tanino con su toque salino, un vino de baja producción, según nos contaba Sergio.

Reserva Real, Calixa, LA Cetto cabernet sauvignon, todos añada 2007, Jalá uno de mis favoritos cuando empezó y repitiendo Calixa 2007. Sergio quiso saber cuál sería nuestra reacción ante dos vinos de la misma casa, marca y añada. La verdad es que todos fueron muy parecidos, con el mismo perfil salino y su fruta más o menos presente. Otro factor recurrente en algunos vinos de Baja California es la falta de consistencia en la calidad, unos años muy buenos y otros francamente muy malos. Jalá pasó al montón, sin carácter.

Veo dos graves problemas para el futuro de la industria vitivinícola mexicana: la escasez de agua en el Valle de Guadalupe, razón por la  que dará vinos aún más salinos y los impuestos cada vez más altos.

Ahora los dejo con un relajante video de los viñedos de Baja California, con música del compositor ensenadense Mario Lamadrid.

Edificios cubiertos por neblina…

Unos días fuera de casa visitando buenos amigos, buenas tiendas de vino y restaurantes con una oferta interesante, en ese orden. Houston es una ciudad mediana que cuenta con mucha de la infraestructura de otras ciudades de su tamaño. Después de recibir una calurosa bienvenida nos dirigimos del aeropuerto rumbo a Woodlands, una ciudad satélite a 40 minutos de Houston. Lugar de residencia de mis cuates. Debido a que ya conocen mi afición, pasamos de camino a conocer 13 celsius ubicado en el centro, en el número 3000 de Caroline. Para nuestra mala fortuna estaba cerrado. Asomándome por el ventanal se veían mesas, una barra y varias botellas dispuestas detrás. Un bar de vinos, un bistro… no lo sé, pero tenía buena pinta.
Caminamos más que los infortunados mojados que cruzan la frontera, pero todo el recorrido por las múltiples vías subterráneas en el mismísimo centro de Houston. Ya que no soy afecto a la comida en el avión, si se le puede llamar comida, lo único que ha cambiado es que ahora la cobran y en billete verde. Así que lo primero que le hice saber a mis queridos amigos fue que tenía que comer algo, porque mi cuerpo bajaba peligrosamente sus niveles de azúcar. Una baguette de jamón y queso con sus «chips» y una Coca Cola añada 2009 fue suficiente para saciar mi apetito por unas horas.

Después de llegar, desempacar, saludar a sus hijos, y recibir un tour por los arbolados alrededores, tuvieron la brillante idea de invitarme en la noche a Crush, un wine bar muy concurrido por la zona. Se trata de un lugar de ambiente relajado, una cómoda barra y una terraza donde los edificios circundantes me hacen sentir bebiendo en la zona de Santa Fe en la Ciudad de México. Gente comedida dispuesta a resolver cualquier duda, su selección de vinos no es para echar tiros, pero se pueden pedir vinos de corte moderno a un precio razonable. Cinco personas: la pareja de mis amigos junto con la hermana de mi amiga, su esposo y un servidor. Empezamos en la barra con un Dr. Loosen 2008, si bien se trata de un vinito chaptalizado, en ese momento pasó muy bien. Punto Final 06, al cambiarnos a una mesa pedimos este malbec con fruta roja y tostados de buena nariz, pero sin personalidad, en boca se muestra corto. Monte Otón un garnacha ligero y con muchos lácteos. Como suele suceder el tiempo pasó volando y tuvimos que ahuecar, no sin antes tomar algunas fotos.

¡Benditas calorías!

Al otro día fuimos a Perry´s Steak House & Grille es un lugar para quienes la carne es su alimento primordial, caso de su servidor, aunque yo diría que hay muy pocas cosas comestibles que me desagraden. A media luz, con una colección de reconocimientos elegantemente enmarcados: «Wine Spectator Award of Excellence» del 2003 al 2009, todos en fila… Quienes leen este blog saben lo poco que me importan estos «awards», sobre todo después del escándalo de Milán. El caso es que estaban allí colgaditos. En cuanto a vinos, una buena cantidad de super tintos californianos. Pero mi elección fue un australiano; Yangarra 2006, una combinación de grenache, shiraz y mourvedre. Amplio, tostadito, frutal, de tanino presente, sin ir más lejos.
La carne es excelsa; suave, concentrada, marmoleada, con la cantidad justa de grasa, estos famosos steaks dry age, o carnes añejadas, son francamente deliciosos. Fueron dos buenas elecciones para salir de casa. Esta última me ha parecido un lugar excelente para satisfacer los instintos animales de comer, o mejor dicho devorar carne carne de primera calidad. Y debo decir que la entrada de hongos capeados y no sé que otra cosita, estuvieron deliciosos.
He dividido esta entrega en dos partes, la segunda se refiere también al hedonismo puro, pero de manera doméstica, o sea en casa, en casa de mis queridos anfitriones: una carne asada y buenos descorches.

Un poco de burbujas

La vida es corta muy corta y antes era menos complicada. En mi memoria parece que fue ayer cuando jugaba con mi perro en el jardín. Es casi medio siglo desde que asomé mis abultados cachetes por primera vez a este caótico y contaminado mundo. Así que ameritaba descorchar botellas a la altura de las circunstancias, y que correspondiera, por lo menos una de ellas, con «mi añada». Cancelamos el restaurante, ya que no hay como descorchar estas botellas en casa para disfrutar y deshebrar cada gota de vino.

Reunidos en la terraza con un querido y viejo amigo, junto con su esposa y la mía; comenzamos con algo «modesto…» La verdad es que me he servido con la cuchara grande. Para empezar algo de burbujas: Billecart-Salmon Brut Blanc de Blancs 1998 botella que llevaba tres años en la cava. Once años desde el degüelle y sigue muy juvenil, la burbuja está muy bien integrada, pequeña y yo diría que persistente. Aromas florales, cítricos y de tiza, me recordó a los gises que se desmoronaban a la hora de escribir en las pizarras de antaño. Acidez perfecta.

45 años dentro de una magnum…

Antes de entrar en detalles con la segunda botella, debo ponerlos en contexto: Un día con fortuna, porque hay días que me levanto con el pie derecho y otros con el izquierdo, visité mi tienda local de vinos favorita. El encargado era un tipo de los que podía platicar por un buen rato conmigo o pasarse de largo sin dirigirme la palabra, ese día estaba de suerte. Por alguna razón salió a colación el año de mi nacimiento. Después de una leve pausa me miró fijo a los ojos y me preguntó de manera pausada: ¿Te interesa una botella magnum de Haut Brion 1964? Yo respondí que sí, pero que necesitaba ver el estado de la botella y el precio… Lo demás fue un mero trámite. Yo mismo fije el precio, y su nivel apenas llegaba al hombro.

Llegó la hora de comprobar el encanto o desencanto, si había tirado mi dinero a la basura o por el contrario había hecho la compra de mi vida. La añada más vieja de Burdeos había sido un Lafite 1970

Increíblemente el corcho salió completo y se veía en muy buen estado a pesar de sus 45 añotes, utilice el descorchador de láminas y algo de paciencia, fue una operación exitosa; nunca me imaginé que pudiera salir en una sola pieza. Color ocre algo velado sin llegar a ser turbio, yo me atrevería a decir que tenía cierto brillo en la copa. Sedimento, mucho, como es de esperarse en un vino de esa edad. Aromas a reducción que fueron desapareciendo para dar paso a cuero fino, sotobosque y algo de champiñones con un fondo a fruta confitada. En boca, ni rastro de acético. Uva pasa, ciruela, y notas de madera. Profundo y complejo. Hemos rozado el cielo con este vino. Es cuando vale la pena la espera y el descorche con esmero, compartido con amigos. Sin pretenderlo del todo armonizó con un lomo con almendras, pasas y jugo de piña, muy sabroso, preparado por mi esposa.

De postre hubiera preferido un Oporto 1964, pero tenía a la mano una botellita de Dash Cellars de Zinfandel 2006 cosecha tardía muy redondo y de buena acidez que maridó muy bien con el pastel de chocolate. He probado cosas interesantes de esta bodega, y de nuevo compruebo la versatilidad con la que algunos productores californianos vinifican esta uva; pueden sacar al mercado vinos color casi negro, rosados pálidos y de postre como en este caso. Otro año más, u otro año menos según el punto de vista. ¡Salud!

Un Zinfandel de postre

Recuerdo un librito que me regaló alguna alma caritativa hace ya varios años, aunque no me acuerdo del título, algo así: Consejos prácticos para pasar por un experto en vinos. Lo he buscado, pero lo más seguro es que se haya perdido en alguna mudanza. Fue el mejor regalo para pasar un rato divertido, mucho mejor que un libro de chistes «rojos». Consejos prácticos como si se tratara de una receta. El caso es que circula mucha gente con ese tipo de ínfulas, aprendiendo frases y actitudes. Esta lista es una buena muestra de las «top ten»:

1.- Este vino tiene 18 meses de barrica de roble francés nuevo. Sin discriminación alguna…»el grano de la paja»

2.- Este… es un gran Chateaux (mucho ojo con la terminación «aux» ).

3.- La añada «x» es la mejor del siglo. Porque lo digo yo.

4.- Me gusta despertar con una «mimosa» en la mesa de noche, eso sí, del mejor champán.

5.- Este vino tiene «coupage» de uvas nobles.

6.- Los vinos de bajo precio son para plebeyos.

7.- Quienes compran todo tipo de accesorios y artilugios para el vino: Copas de todos tamaños y formas, decantadores, bombas para sacar el aire etc., confieso que esto puede ser pura cochina envidia.

8.- Quienes se autoproclaman: expertos, conocedores o dueños de la verdad…

9.- Quienes visitan bodegas para sacarse la foto y mostrarla a todos sus amigos. Alguna vez hemos caído en esta categoría. Sobre todo entre blogeros.

10.- Quienes a falta de argumentos se aprenden un discurso de media hora y se lo recetan al primero que pasa.

Si alguien a caído en algún punto de la lista anterior, no se preocupe, yo también.

Y ahora un video muy corto, de aquella serie ochentera de Columbo.

Food and WineHace unos días dio comienzo uno de los festivales gastronómicos más importantes de la ciudad de Cuernavaca: Food & Wine Morelos 2009. Conferencias, clases demostrativas, clases magistrales, talleres, catas de mezcal, de tequila y de vino. Además la visita de reconocidos chefs, y sumilleres que visitarán los principales restaurantes de la ciudad. Yo me apunté con mi esposa y mis entrañables compadres a la cena maridaje en nuestro restaurante favorito La Gaia, que recibió como invitados a los Chefs Alicia D Angelli, Aquiles Chávez y el chef repostero Héctor Villalobos. A la sumiller Claudia Juárez de Casa Madero, nunca la vi, se los aseguro. Todo transcurrió según lo esperado. Los anfitriones. Todos. Gente amable y comprometida con su labor, no quiero nombrar a nadie para no dejar a alguno de ellos fuera de la lista. Nos hicieron sentir en casa.

El primer tiempo fue un ceviche de garra de león con salsa de chile poblano y verduras en escabeche, preparado por la chef Alicia Gironella D´Angeli. Buena textura, con un refrescante toque de lima, maridado con el semillón de Casa Madero 2008, limpio y floral. El Dueto de canelones con huitlacoche y flor de calabaza en salsa de poblano con queso de cabra, fue de la joven chef anfitriona Fernanda Aramburo y el chef David Tovar. Buena armonía de sabores y texturas, aunque el vino, un chardonnay de Casa Madero 2008, no tiene nada que ver con aquella excelente añada de 2005. A éste le falta nervio, y estructura, muy goloso. El lomo de robalo empetrolado sobre yuca rostizada y aliño de salsa de chile güero con naranja agria…Déjenme tomar aire. Se llevó la noche, sellado de manera magistral, con una combinación de sabores que perduran una eternidad. El Merlot de la misma casa, añada 2006, es corto y hueco, frutita con alcohol, no hay integración. Quedaría fabuloso con un buen cabernet franc, unos grados abajo de lo «normal» y perdón que me remita al Valle del Loira. Por último un delicioso postre; Biscuit de guayaba (muy morelense) con cacahuate y frutos rojos, por Héctor Villalobos… para ch-u-p-a-r-s-e los dedos, y eso que no soy mucho de postres. Extraordinario equilibrio entre acidez y dulzura, lástima que no pueda decir lo mismo del vino: un rosado de La Redonda, semiseco, vinificado con Malbec y Cabernet (me parece). Vino queretano, sin pena ni gloria, sin nervio, falto de acidez. Me hubiera gustado ir a todas las muestras en los diferentes restaurantes, pero creo que hicimos una buena elección. Mañana tengo intenciones de ir a la conferencia de Hugo D´Acosta, «vinos de autor», me lo contaron, porque no lo veo en el programa. Fin de semana largo para todos los mexicanos.

th_vitis_vinifera
Como en cualquier otra disciplina, en el Mundo del vino una respuesta puede llevar a una serie interminable de preguntas. El camino al conocimiento del vino no tiene fin, no hay una meta posible, es un constante caminar sin tregua ni descanso sobre todo si nos metemos en los terrenos espinosos; propios de los enólogos y gente especializada. El estudio del vino está compuesto de varias materias: la geografía, la historia, la edafología, la ampeleografía, la química, la sociología entre muchas otras como la biología cuya rama, la botánica, me ocupa en esta entrega.

Todo comenzó al preparar una presentación para un diplomado para sumiller, el tema: las variedades de uva, tema ya de por si árido tomando en cuenta la enorme cantidad de variedades: aproximadamente 10 mil. Los ampeleógrafos franceses Pierre Viala y Victor Vermorel nombran 5 mil variedades en sus siete volúmenes de su trabajo titulado: Ampeleography publicado a principios del siglo XX. Sólo en Francia existen más de 200 variedades autorizadas comercialmente para la vinificación. ¿Es posible tener un panorama medianamente completo en menos de cuatro horas? La respuesta es obvia. Mi conocimiento sobre las variedades es el resultado de un 20% de lectura y el resto en la práctica: comprando, descorchando y degustando, tratando de encontrar esas botellas que se disfrutan tanto sin tener que hipotecar la casa. Confieso que esta última es mucho más reconfortante. Algún maestro me decía que el aprendizaje es mucho más efectivo cuando entran en juego todos los sentidos, y no puedo estar más de acuerdo, no hay nada que sustituya a la práctica.

Uno de los puntos que debí abordar en mi presentación, era precisamente el tema de los híbridos; aspecto de la botánica. Los híbridos de la vid no son más que la cruza de dos plantas de diferente especie, esto es vitis vinífera con vitis salvajes, ya sean; rupestris, labrusca, riparia etc., ambas provenientes de la familia de las vitáceas y del género vitis. La siguiente pregunta lógica es: ¿Cómo se cruzan estas dos plantas? Las flores poseen estambres (órgano masculino) y pistilo (femenino). Hay flores que cuentan con ambos, así que no necesitan de la ayuda de los insectos o del viento.
Pero hay otras que de no ser por estos polinizadores no podrían reproducirse. La polinización cruzada no es más que la polinización entre plantas de diferente especie, en este caso el hombre juega un papel muy importante, ya que hay plantas que difícilmente podrían polinizarse debido a la distancia que las separa, entre otras razones.

El resultado es una vid híbrida cuya reproducción se hace por clonación ya que como en la gran mayoría de los híbridos, tanto animales como vegetales, son estériles. En el caso de la vid, los vitivinicultores prefieren clonar, es decir, plantar un sarmiento a sembrar las semillas, cuando la planta cuenta con semillas, por lo que tiene poca importancia el hecho de la esterilidad. Así queda parcialmente cerrado este capítulo tan importante y pocas veces comentado en el Mundo del vino.

foto extraída de crfg.org

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Un vermentino muy sabroso…

Domingo que se convierte en sábado, ya que el lunes es puente. Día de muertos, una de las fiestas más pintorescas de México. Papel picado, calaveras de azúcar, flores de Cempasúchil, ofrendas, veladoras, retratos de gente querida que ha partido, la comida preferida de los difuntos cuando estaban vivos, calabaza en tacha, piloncillo. Una fiesta mágica que cada año por desgracia va perdiendo su encanto en las ciudades, sustituida por el horrendo y mercadotécnico halloween.

Después de una semana de haber descorchado un pinotage sudafricano, Cape Haven pinotage 2006 . Vino que compré porque no es común encontrarlo en México. Después de guardar la mitad en el refrigerador, entiendan (nevera para mis amigos españoles) mi sorpresa ha sido mayúscula. Estaba predispuesto a las notas de café tostado, acidez casi nula, y una pesadez, peor que la que se manifiesta después de una opípara comida de verano. Pero me encontré con un vino ágil, fresco, con notas mentoladas y florales a lavanda, en boca se mostró integrado y con un posgusto largo. Mi mejor consejo es que guarden este vino una semana después de que lo descorchen. Pero antes sírvanse una copita para apreciar la diferencia y así poder oxigenarlo mejor.

calabaza

Calabaza en tacha

Otra gran sorpresa fue un vino de Indicazione geografica tipica semejante a un vino de la tierra español, clasificación que viene a ser la antesala de la denominación de origen. Vino de la Toscana de una variedad para mí desconocida hasta ayer. Se trata de la vermentino. Pian Del Bichi, vermentino 2008 Nariz intensa a fruta amarilla con hueso, níspero con notas especiadas de laurel y fondo herbáceo, limpio, refrescante y directo, en boca tiene un leve cosquilleo y una excelente acidez cítrica a mandarina. Un vino que repetiré y compraré por lo menos otro par de botellas. El tinto ha quedado pendiente. Vino de la misma bodega vinificado con sangiovese. Para rematar la tarde hubo calabaza en tacha con todo y semillas, un platillo de postre muy mexicano, típico de esta época. Aunque mi paladar no es de dulce, confieso que esta calabaza me sabe a gloria, una vez al año, su espeso caldo es tan dulce y de color tan parecido al Pedro Ximénez… aunque no sé si puedan maridar.

Viña San Pedro

El turno fue para Jorge. El tema: Viña San Pedro. Chile no se olvida… y es que Jorge nació en esa tierra andina. Una bodega tan emblemática merecía que le echáramos un vistazo. Viña San Pedro fue fundada por los hermanos Bonifacio y José Gregorio Correa Albano en 1865. Es una de las mayores bodegas de Chile junto con Concha y Toro. Desde la década del sesenta Gato Negro fue y sigue siendo su vino más comercial. Castillo de Molina su buque insignia durante algún tiempo, hasta que apareció en el horizonte Cabo de Hornos, en 1994.

Cabo de Hornos ha sufrido los efectos de la modernidad y la globalización de mercados, donde los vinos cada día pierden más su identidad. Nuestro grupo de cata tuvo la oportunidad de organizar una vertical de 1994 al 2000. Donde los cambios en las últimas añadas son dramáticos, la madera nueva cada vez está más presente. Para 2005 la filosofía de la casa vuelve a dar otro giro: Cabo de Hornos deja de ser varietal para ahora tener una mezcla de 3% de syrah y 7% de cabernet sauvignon del Valle del Alto, además del cabernet sauvignon de origen en el Valle de Lontué. Los enólogos de esta Viña, como le llaman en Chile a las bodegas, están encabezados por Marco Puyo. La reciente alianza con Viña Tarapacá no ha dado ningún vino nuevo al mercado, aunque no se sabe lo que ocurrirá a corto plazo, esta alianza se hizo apenas en diciembre del año pasado. Otra alianza importante fue la de Viña Santa Helena. Así que puedo asegurar un cambio con estas tres bodegas, por lo menos ya empezaron con la presentación de nuevos diseños en sus etiquetas. Aunque me gustaría ver una oferta original que le diera al mercado un poco de frescura, sin ningún derroche de mercadotecnia, algún vino auténtico, que recoja lo mejor de la tierra.
Chile tiene varios valles entre el Pacífico y Los Andes, desde el Valle de Bío Bío hasta los más fríos al norte, como los de Elqui y Limarí, propios para las variedades sauvignon blanc y chardonnay. Esta bodega cuenta con varios viñedos en diferentes regiones, a lo largo y ancho de Chile.

Entrando en materia sensitiva, el primer vino fue un blanco vinificado con chardonnay; Viña Santa Helena, Selección del Director, 2005. Sometido a 6 meses de roble. Seis meses que para mi gusto le confieren bastante tanino, es un vino de color oro viejo, con una nariz intensa a membrillo y alguna nota especiada de pimienta blanca. En boca es tánico al principio y de acidez muy justa. Al grupo le ha gustado más que a mí. Viña San Pedro 1865, 2003, malbec, sí malbec, algo poco común en un vino chileno. Al principio huele a acetona, después se limpia un poco y brotan hollejos y algo de fruta negra pasada. En boca me recuerda la mermelada de cereza. El siguiente fue un shiraz: El Viña San Pedro 35 Sur 2006 bastante duro, con notas verdes y muy tánico. De aquí para adelante estuvo presente la cabernet sauvignon. Muy presente. Con sus características notas de pimiento rojo. Así fue con el Castillo de Molina 2005, Cabo de Hornos 2003 , con sus 14.5 grados de alcohol. Y Viña Santa Helena 2004 que nunca abrió. Una verdadera lápida. El Cabo de Hornos, nada comparable con el magnífico 99 o alguno de sus anteriores hermanos.