Vinos mexicanos, vinos que han desfilado en nuestra mesa de cata en muchas ocasiones. Mexicanos, vivimos en México, resulta una ecuación simple aunque podríamos resumirlo en vinos con perfil salino. Ayer hubo tintos, ni un solo blanco. El Valle de Guadalupe, para ser más específicos se encuentra a 300 m sobre el nivel medio del mar, sumado a la escasez del líquido hace que las profundas raíces beban agua salina de los pozos, y tomen de de allí su mineralidad llegando al gusto salado del vino. Dentro del puñado de vinos, poco más de cincuenta, originarios de esta región que han desfilado en nuestro grupo de Cata durante once años. ¿Mineral o salado? en muchas ocasiones más salado que mineral. Sergio, quien dirigió la cata, se ha documentado sobre el tema y nos ha llevado a diferentes regiones como Querétaro, que yo diría que está en constante progreso, no es el caso de Aguascalientes ni de Zacatecas, cuya producción de uva se ha visto mermada en los últimos 25 años. Parras Coahuila ostenta tener la bodega activa más antigua del continente americano, fundada en 1597. Sin duda la principal zona está en el noroeste, en el estado de Baja California, con 2500 hectáreas plantadas de las 3500 en todo el país.
Dentro de las acotaciones del vino mexicano la que más me llama la atención es la de los impuestos. Tan abusivos como complicados, discriminando las bebidas por su graduación alcohólica. Así el famoso impuesto Especial Sobre Producción y Servicios conocido como IEPS grava con un 25% a los vinos que no superan los 14 grados de alcohol y 30% si tuvieran una concentración mayor. Además los vinos mexicanos tienen que pagar el IVA de 10% en la franja fronteriza y de 15% en el resto del país. Para rematar con la industria, el IEPS se aplica después del IVA, así los productores pagan hasta el 43% de impuestos sobre el precio de venta.
Hablando de cosas más agradables los vinos catados tuvieron el mismo ADN; unos más tánicos que otros, pero sin excesos, unos frutales otros más herbáceos, eso sí, todos con un perfil sensiblemente salado. Vena Cava 2007 es un cabernet sauvignon vinificado por Phil Gregory, un personaje cuya etiqueta puede anticiparnos su buen humor y su afición a las letras. En la contra-etiqueta se puede leer:
«Es mi espalda de la que más me quejo estos días. Antes era mi cabeza. Estoy tan exhausto por hacer vino que ni tiempo he tenido para la cruda, y ya que está terminado el proceso se tendrá que tomar; no hay descanso para el diablo» (…) más abajo dice: «No basta escribirlo, voy a abrir una botella en este momento. Me tomaré una por ti» (…) «Criado en barricas gringas por 11 meses»
Ha gustado a la mayoría, se trata de un vino frutal de buen tanino con su toque salino, un vino de baja producción, según nos contaba Sergio.
Reserva Real, Calixa, LA Cetto cabernet sauvignon, todos añada 2007, Jalá uno de mis favoritos cuando empezó y repitiendo Calixa 2007. Sergio quiso saber cuál sería nuestra reacción ante dos vinos de la misma casa, marca y añada. La verdad es que todos fueron muy parecidos, con el mismo perfil salino y su fruta más o menos presente. Otro factor recurrente en algunos vinos de Baja California es la falta de consistencia en la calidad, unos años muy buenos y otros francamente muy malos. Jalá pasó al montón, sin carácter.
Veo dos graves problemas para el futuro de la industria vitivinícola mexicana: la escasez de agua en el Valle de Guadalupe, razón por la que dará vinos aún más salinos y los impuestos cada vez más altos.
Ahora los dejo con un relajante video de los viñedos de Baja California, con música del compositor ensenadense Mario Lamadrid.