Archivos para octubre, 2015

Conforme pasa el tiempo tengo la fortuna de poder darme cuenta de que la vida se trata de amigos y de pasar buenos ratos, los mejores recuerdos que llevamos en el alma. En el 2004 visité España acompañado de mi esposa, conocimos viejos amigos. Sí, viejos amigos… Si por algo vale la pena el Internet es para conocer amigos. Sé muy bien que diariamente se realizan millones de transacciones comerciales y operaciones bancarias, entre otras, pero nada comparable como conocer a gente con el mismo espíritu y compartir las pasiones, como el vino. En aquel viaje conocí a mucha gente con quien ya intercambiaba por el foro de Verema mis puntos de vista y que conocía muy bien.  Desde el primer día que me presenté en persona, parecía que llevábamos toda una vida siendo vecinos.

Después de Valencia, donde conocí a la mayoría, me dirigí al norte: a Porrera en Cataluña para visitar La Tena, finca plantada con garnachas leñosas de mis amigos Dominique y Paco. Si no son centenarias, poco les falta. Después visité Haro donde nos hospedamos. Visitamos Contino en La Serna donde conocí a su entusiasta enólogo y mi buen amigo, Jesús Madrazo. Al final de un día pleno de recuerdos entrañables y de comer como Dios manda viendo el panorama desde lo alto en el restaurante Marixa en Laguardia, tuvo la generosidad de regalarme dos botellas de su bodega: Contino Selección Jesús Madrazo 2001. Una de ellas con dedicatoria a mi hija que por aquella época era una niña. <<Quiero que conserves esta botella hasta que tu hija cumpla dieciocho años y pueda bebérsela sola>> me advirtió Jesús. Pues como suele pasar en el impredecible futuro, no sucedió así, mi hija ya rebasó el plazo sin que hubiera podido descorchar con ella  la botella sino hasta el día de ayer. Celebrando en ocasión especial, cenando con mi esposa, rodeado de todo tipo de entradas sabrosas. Con el vino como protagonista y sin que hubiera maridajes ni cosas por el estilo.

CONTINO ETIQUETADebo confesar que a juzgar por la etiqueta, por un momento,  tuve la falsa impresión de que la botella estaba del otro lado de la cima; en proceso de descenso. Para mi sorpresa estaba espectacular. Una nariz intensa a eucalipto, bosque bajo y fruta negra de la mejor calidad, notas de trufa y pimienta negra. En boca fue de menos a más, entra discreto para ir crescendo con un final largo y de notas minerales. Sus taninos vivos y una acidez digna de los grandes riojanos. Una vez más confirmo el enorme trabajo realizado por Jesús tanto en el viñedo como en la bodega.

Esta ha sido la última botella que conservaba de aquel encuentro. La primera la descorché el 31 de diciembre de 2012, en la cena de año nuevo. Me resulta interesante leer mis impresiones en aquella ocasión, no cabe duda de que era un vino mucho más joven y que el tiempo lo ha redondeado, me parece que estos casi cuatro años en vidrio han servido para una evolución más profunda, con excelentes resultados.

Otra botella memorable que quedará en mis recuerdos para siempre.