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Clos Du Bourg, demi sec 1996

Después del reencuentro en este año con mis «pupilos» del diplomado para sumiller, que por cierto resultó una sesión muy intensa sobre ese bello y estrecho país vitivinícola europeo, lusitano.
Estando en ayunas, y después de dos litros de agua, salí hambriento a casa. Así que llegando bajé a la bodega, como estaba de blancos saqué un Clos Du Bourg, demi sec 1996, de la legendaria familia Huet. Aquel afortunado productor francés sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial.
Lo segundo era escoger un buen lugar donde disfrutarlo y comer en compañía de la familia. El acostumbrado, desde hace poco. Buena materia prima, concepto innovador pero con políticas inconsistentes. La última vez advertí al mesero que no había cargado a la cuenta el descorche de un bonito Alion 2005. Amablemente contestó que no se trataba de un olvido, sino que no lo cobraba por tratarse de un cliente asiduo. Me parece que se confundió de cliente, con alguien muy parecido a mi persona, ya que yo no visito con tanta frecuencia ese lugar. Bueno, todo dependerá de cómo califiquemos a los clientes asiduos. El caso es que hoy no hubo descorche gratis. Y yo que les había ahorrado la maniobra de la cubitera con agua y hielo, de haberlo sabido…
Siguiendo con ese estupendo Vovray, una vez abierto despide aromas intensos a miel, cera de abeja, barro, fruta amarilla madura así como un toque floral muy fresco. Una maravilla. Y qué decir en boca; un grado menos que abocado, seductor, redondo, muy integrado, poco visto en muchos chenin blanc de poca estirpe. En esto sí me confieso clasista. Catorce años, donde apenas deja asomar su grandeza. Un vinazo; redondo, estructurado y delicioso, como pocos. Muy pocos.

Ésta parece ser la última entrada en algunos días, ya que la semana que entra viajo nada menos que al mercado de vinos más grande del Mundo. Sí, voy a Londres y tengo planeado visitar algunas tiendas de vino, restaurantes y uno que otro wine bar. Sé que habrá mucho material fresco para los dos amables y generosos lectores de este blog. Todo esto no hubiera sido posible sino gracias a la inmensa generosidad de mi cuñada, que al haber acumulado tantas millas y haberlas puesto a mi disposición, puedo realizar este viaje con mi esposa. Ella bien sabe lo mucho que aprecio este gesto. M-I-L gracias. Y a todos, un hasta pronto.

ChinonRecuerdo con cierta nostalgia aquella etiqueta anaranjada de cabernet franc Monte Xanic, para quienes lo conocieron, lo bebieron y lo disfrutaron sabrán de que estoy hablando. Un vino rústico, con aromas y sabores térreos que ganaba con unos grados de temperatura más abajo de lo «normal». Yo lo metía media hora antes de servirlo, en el refrigerador. Creo que éste ha sido mi encuentro más placentero con la cabernet franc. Lástima que haya desaparecido del mercado y que desde hace algunos años Hans Backhoff le meta tanta madera a sus tintos… demasiada. Al escuchar cabernet franc muchos estarán pensado en el Valle del Loira. Yo también, pero mi acercamiento ha sido fallido. Primero Carrefour, que al decir verdad lo eché de menos cuando desapareció del mapa local, ya que su oferta de vinos era diferente a las demás. Allí fue donde me hice de seis botellas de Carbonnieux 1999, mal etiquetados. Confieso haberme aprovechado de «su oferta no planeada.» Eran tintos, aunque hubiera preferido los blancos, esta bodega de Pessac-Leognan es más famosa por sus deliciosos savignon blanc y semillon que por sus tintas. Precisamente en esta tienda compré mis primeros Chinon, y la verdad no me dejaron muy gratos recuerdos, pasaron sin pena ni gloria. Diluidos y sin ningún caracter: agüita con fruta y algo de alcohol.
Hace poco encargué tres botellas de Chinon de EE.UU. Una vez completada la fase de reposo, descorché un Domaine Pascal Brunet 2005, si bien no pagué arriba de 20 dólares por esta botella, creo que es un vino bastante austero y de poco caracter, sin ninguna concesión. Color picota, brillante y fluido. Al principio es una lápida, muy muy cerrado, en media hora empieza con aromas de fruta roja; cereza, y notas cítricas pero lo más raro es una nota a pimiento. Pareciera tratarse de un cabernet sauvignon. Después se torna a hollejos y algo de especiados: pimienta blanca y tomillo. Pero en boca sigue amargo. El aire parece que lo mejora, o no sé si al beberme gran parte de la botella solo, en un corto lapso, el efecto del alcohol haya mejorado mi percepción de este Pascal. En resumen, no encuentro todavía algún cabernet franc que me haya gustado, sé que debe haber alguno. Tengo en bodega: un Bernard Baudry 2007, y Marc Bredif 2006, así que el tiempo lo dirá, pero sí tienen alguna buena recomendación, échenla, échenla…