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Doscientas cincuenta veces reunidos, se dice fácil. Empezamos en 1998, muchos de los que conformamos el grupo ya no están y otros han arribado más tarde, como todo en la vida es dinámico y cambia con el paso del tiempo. Como diría Heráclito «Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río».

Haciendo cuentas en 2011 nos enfocamos en los malbec y sumaron alrededor de 50 vinos. Ayer por la noche degustamos otros 4. Aunque debo decir que el resultado no fue del todo bueno, podríamos resumirlo como vinos astringentes, sobre madurados y con alcoholes altos. El primero fue un torrontés ágil y grácil como una gacela. Aromas intensos y muy refrescante. Se trata de Terrazas de los Andes 2020, un torrontés de color amarillo pajizo, fluido y brillante. Huele a mandarina, lichi y notas de durazno. En boca es mineral con algo de aguja, cítrico y muy vivaracho. Un vino para comprar media cajita.

El primer tinto de la noche fue un Pure 2021. 100% malbec de la región de Mendoza, específicamente del Valle de Uco. Bodega Trapiche sin madera, difícil de creer en estos días. Huele a cerezas en licor, ciruela madura y notas lácteas a yogurt, astringente y con una nota mineral al final.

Kaiken 2018. Vinificado con malbec, bonarda y petit verdot. Fruta roja, ciruela negra y notas de cuero. En boca tiene buena acidez y tanino domado. Pero nada que mueva a comprar otra botella.

Aromo 2020. Había escogido los vinos por la variedad y no había puesto atención en el país de origen. Resultó un malbec chileno. Notas verdes: herbáceas, pimienta blanca y algo de fruta indefinida. Desbocado con un alcohol sin integrar. Inmemorable con causa.

Por último un viejo conocido: Luigi Bosca 2019. 100% malbec, 12 meses en barrica 6 en vidrio. Nota que detonó hablar de Rioja y de lo que el consejo regulador impone para la crianza de sus vinos. En un lapsus dije que regulaba la crianza en madera y la de vidrio estaba abierta a la decisión del enólogo: mea culpa: error, también indican los mínimos de crianza o pulimiento en vidrio. Dicho esto, este ultimo tinto huele a hollejos, a humo y es muy astringente en boca. ¿Falta vidrio…? seguramente ayudaría pero en general me parecieron vinos desequilibrados. Primera vez que entre los tintos me costaría la decisión de decantarme por alguno, tal vez el Kaiken sea el más bebible de los cuatro. Pero en definitiva me quedo con el torrontés, aunque me parece subidito de precio; algo así como 23 dólares americanos. Abur.

ZambujeiroHace unos días leía un hilo en verema.com sobre la cultura del vino en España. Es un tema recurrente entre propios y extraños. Mucha gente piensa que por el hecho de que un país sea productor y consumidor de vino a gran escala, ello implica que sus habitantes tengan cultura del vino. Qué debemos entender por cultura según la RAE:

cultura.

(Del lat. cultūra).

1. f. cultivo.

2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.

3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

4. f. ant. Culto religioso.

—Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Sin tomar en cuenta otras tantas acepciones, que no vienen al caso, ya que están fuera de contexto.
La segunda acepción ¿A qué conjunto de conocimientos se refiere? Hay muchos prejuicios alrededor del vino, los conocimientos de la gente muchas veces nacen de la desinformación. Cuántas veces nos paramos en un restaurante a pedir que refresquen el tinto, y el mesero pone cara de asombro, rebuznando; el tinto va al tiempo, o no saben que es un decantador, o luchan con la botella al descorcharla…

Si tomamos como válida la tercera acepción, podemos estar parcialmente de acuerdo. «Modo de vida y costumbres» nadie puede negar que España, Francia, Italia, Portugal y Alemania entre otros países europeos, tienen una gran tradición vitivinícola, así como también Argentina, Chile y EE.UU en América. El vino ha sido parte cotidiana de sus vidas, sobre todo en Europa, acompañando los alimentos y también como elemento esencial de convivencia, lo que llama Manuel Camblor: «lubricante social».* Pero que hay del conocimiento, es aquí donde empiezan mis dudas.

El tequila y el mezcal son las bebidas nacionales, o por lo menos es lo que nos hacen creer. Pero esto no implica de ninguna manera que yo tenga conocimientos del tequila, apenas si sé que proviene de una plantita de hojas largas y puntiagudas, y el jugo que sale de la piña, corazón de esta planta, se destila.
Bebo café todas las mañanas, y eso tampoco me hace un experto en café. Pienso que es una cuestión cultural y no siempre va de la mano del consumo consuetudinario. Estoy convencido de que no hace falta nacer en un país tradicionalmente vitivinícola para entrar de lleno a este apasionante mundo. Somos un puñado de bichos raros quienes gozamos el vino en su máxima expresión. Aquí y allá.
Libro y copa
Pocos son los países con arraigo vitivinícola que se ocupan de los vinos extranjeros. Lo he visto en Chile, Argentina, Portugal poco menos en España.
EE.UU. como he podido comprobar en mis visitas, tiene uno de los mercados más importantes del mundo junto con el mercado inglés. Si bien es cierto que existe una inmensa oferta de vinos californianos, hay puntos de venta donde la oferta de vinos extranjeros es un sueño para cualquier enófilo. En primer lugar está la ciudad de Nueva York, seguida de otras como Chicago y Los Ángeles.
En Argentina la gran mayoría de los vinos que encontré en las tiendas de Buenos Aires, eran argentinos, y por desgracia pocos vinificados con Torrontés; uva blanca con la que identifico a Argentina.

Pero siguiendo con el hilo de la dichosa cultura del vino, no he encontrado gran diferencia entre unos y otros países. Como dije antes; en cada país existe ese grupo grande o pequeño de gente que disfruta y conoce el vino, sin importar que tanto produce o que tanto se consume el vino en su país.

* Este término aparece en la obra «Ancient Wine» del autor Patrick Mc Govern, en la solapa del libro, al final: «As medicine, social lubricant, mind-altering substance, and highly valued commodity, wine became the focus of religious cults,» (…)