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De Bodegas Vega Manchón, Dolores Hidalgo, GuanajuatoMi primer encuentro con esta bodega fue en el año del bicentenario de la Independencia, septiembre de 2010, y debo decir que fue amor a primera vista, lo probé y me sedujo. Es de esos vinos que sin dudar se pueden comprar por caja, para ir descubriendo su evolución con el paso de los años.

Un gran acierto de Francisco traer a la mesa los vinos de esta gran bodega. Hacía tiempo que no quedábamos tan satisfechos con lo catado, como sucedió en esta noche.

Empezamos con un blanco: Torre de Tierra 2013, vinificado con semillón 100%. Color pajizo con reflejos verdosos, brillante, fluidez consistente. Nariz intensa a mango, y notas lejanas de durazno. En boca buen ataque, acidez justa y final amargo. Un vino muy sabroso que en este momento me viene a la cabeza acompañarlo con pan artesanal y un buen queso joven de cabra con ceniza. Sin duda para comprar media cajita.

Inmediatamente después, descorché el primer tinto: Cuna de Tierra 2013, con una rara mezcla de: cabernet sauvignon, cabernet franc , merlot y shiraz. Color rubí de capa media, brillante. Huele a barro, ciruela y alguna especia; mejorana. En boca es redondo, sin aristas, apenas se advierte alguna sensación alcohólica, que parece ser por la temperatura, esta apenas por arriba de lo que debería. Repetible.

El tercero es el Nebbiolo Cuna de Tierra 2013. Cuya mezcla, nada ortodoxa, marca las variedades típicas de tres países distintos: la nebbiolo (Región del Piamonte en Italia), Malbec (Argentina) y la tempranillo que huelga decirlo: España (mayoría de las regiones). El resultado: color granate de capa alta, aromas intensos a fruta negra; zarzamora, con una nota de capuchino. El más alcohólico con sus 13,8 grados, que se han notado, apuesto que con el tiempo se irá integrando. Para comprar una cajita.

Torre de Tierra sin añada, por lo menos no a la vista. Vinificado con 80% de tempranillo y el resto de cabernet sauvignon. Color rubí con ribete ocre. Aromas intensos a tofe, chocolate, maple y arándanos. Como para tener unas cuantas botellas en bodega.

Cuna de Tierra Syrah 2014. En el caso de este vino y también del tercero, la madera es parte de primer uso, y otra de segundo. Una buena práctica de esta bodega de no poner roble nuevo a todo lo que se les atraviesa por el camino. Una cualidad de todos los vinos catados es su tanino sedoso, mullido… aunque observo que el alcohol rebasa los 13 grados, que tampoco es motivo de escándalo, a sabiendas de que muchos productores andan por arriba de los catorce por volumen con la pinot noir. Ese delicado espécimen que lo convierten en aguardiente sin el menor recato. Se trata de un vino con doce meses de crianza en roble francés y americano, como explique antes; usado y nuevo. Huele a chocolate, fruta negra en sazón y notas de fruit cake, que me recuerda a la merlot madura. Un caso atípico de la syrah, aunque no por ello desagradable. Hay quienes notaron especias, como pimienta negra y otros notas de vainilla, tal vez por el roble americano. Repetible.

Por último, dentro de lo programado para esta noche. Cuna de Tierra Pago de Vega 2013. Decidí dejar que los demás anotaran sus impresiones, a estas alturas mis sentidos estaban saturados; y así pude disfrutar de los vinos que tenía ya servidos en las copas. Este último fue descrito por Carlos como: Vista, color rubí con ribete violáceo, en nariz tierra mojada y pimientos. En boca se agudizan los sabores a especias. Grado alcohólico alto, mucha madera (en este punto coincido, sólo, en que se percibe, cosa que no había sucedido con los vinos previos) Está redondo, con posgusto tánico. Yo sólo advertí otra vez aromas de maple y fruta negra. Reitero categóricamente lo que dije al principio: un gran acierto acercarnos a estos vinos, que no tienen nada que ver con la multicitada región de Baja California. Quizás pronto visitemos esta bodega, ya habrá tiempo de contar nuevas experiencias de Guanajuato.